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El camino de la Justicia es tortuoso, indefinido e inseguro. Está lleno de baches y obstáculos que impiden casi siempre llegar a buen puerto. Desde siempre, los poderosos quieren administrarla, metiendo sus manos pecadoras en su orden de proceder desequilibrando esa balanza que se nos aparece para representarla, llamada a sopesar y valorar equitativamente los intereses en juego, inventándose fueros e inmunidades protectoras de sus “desvaríos”.

Entre nosotros llevamos algún tiempo discutiendo su procedencia, que suena a privilegios y a la desigualdad de trato. El asunto se complica cuando entran en juego jurisdicciones diversas que vienen a sembrar complicaciones y desconciertos.

Hemos conocido la sentencia del Tribunal Europeo decidiendo que una persona que resulta elegida para el Parlamento Europeo adquiere la condición de miembro de esta institución por el hecho y desde el momento de la proclamación de los resultados electorales, de forma que goza de las inmunidades reconocidas.

Como se podía esperar, la gran polémica está servida, habiéndose manifestado inmediatamente las fuerzas políticas y sociales en el sentido que les pudiera resultar más favorable.

Pero la Fiscalía considera que la sentencia en la que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea reconoce que Oriol Junqueras era eurodiputado desde la proclamación de los resultados no implica su excarcelación al considerar que sobre él pesa una condena firme, y ha pedido al Supremo que ejecute la pena de inhabilitación a la que le sentenció.

Por su propia naturaleza, todos los temas jurídicos están sometidos a discusión pero cuando confluyen cuestiones de índole política adquieren tintes con numerosos colores , con numerosos árboles que impiden ver el bosque, porque la imparcialidad con la que se enfocan privan de legitimación a las pretendidas consecuencias. Personajes habitualmente desobedientes y desconocedores de las resoluciones judiciales se vuelven de repente respetuosos con las que les interesan, y exigen respuestas inmediatas en las más diversas direcciones.

Si la cuestión se enfoca con objetividad, cosa absolutamente imposible desde determinados medios, lo primero que nos encontramos es que inmunidad no equivales a impunidad. Y la inmunidad depende de la adquisición definitiva del estatus de que se trate, en este caso de parlamentario europeo, que según la controvertida resolución se produce desde el momento de la elección, posible error de la misma, porque al menos en la legislación española desde tiempo inmemorial, al nombramiento o elección debe seguir de la toma de posesión que es el acto del que deriva la adquisición de la calidad de que se trate. Cualquier persona nombrada para un cargo o empleo público, solo a partir de la toma de posesión, lo hará efectivo.

Y en este orden de cosas, ¿la jurisdicción europea puede desconocer el derecho interno de sus asociados? La respuesta puede ser afirmativa cuando conculque, cuando vaya en contra de alguna de sus directrices. ¿Y la exigencia de la toma de posesión puede contradecir aquellas? Rotundamente no. La salida al efecto de un centro penitenciario hubiera sido un derecho que no se deriva de la elección, que ya de por sí es contraria a las más elementales normas de orden social, pues no casa muy bien el estar procesado por delito grave con aparecer en una listas electorales.

El trato que se nos ha dado desde Europa en este asunto, desde el principio, es absolutamente vergonzoso y contrario al propio espíritu de Schengen en relación con el reconocimiento recíproco de comisiones judiciales, teniendo que pasar por la vergüenza de que un juzgado belga cuestione decisiones razonadas de nuestro Tribunal Supremo. Y en esa línea parece que seguimos, ya que visto el estado de la cuestión, con tantas derivaciones, entiendo que la prudencia y buen criterio -que es la mejor fuente de derecho- habría sido no añadir más leña al fuego, sirviéndose, además, de argumentos que no sirven para el derecho español, y su aplicación por los tribunales que vienen haciendo un esfuerzo sobresaliente en poner orden a tanto despropósito.

Y la gran paradoja es que quienes pedían principalmente la abolición de inmunidades y fueros se agarren ahora al clavo ardiente de alguna de sus consecuencias. Pero bueno, estamos aún en plena polémica y más cosas tendremos que ver y padecer.

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