Borrar

Francisco, échele huevos

Viernes, 20 de agosto 2021, 05:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Mi respeto y admiración por el obispo de Ciudad Rodrigo se remonta a hace unos 40 años cuando comencé a ejercer como monaguillo en la parroquia de El Manzano, en Carpio de Azaba. Por entonces, el prelado de la diócesis de Ciudad Rodrigo era Demetrio Mansilla. Cuando el sacerdote, don Joaquín, se refería en la eucaristía a “nuestro obispo Demetrio” yo giraba la mirada hacia mi pariente Demetrio Risueño. Yo creía que él era “nuestro obispo” y me sentía tremendamente orgulloso de contar con una eminencia eclesiástica en la familia, con tradición y veneración católica, con varias monjas dedicadas a la oración y a la educación, entre ellas la madre Caridad. Unos cuantos años después, la parroquia ya no es tal y la iglesia apenas se mantiene en pie, pese a su valor patrimonial. La España despoblada apenas interesa, salvo en periodo electoral. Solo Iberdrola prestó atención a la ermita con el Plan Románico Atlántico. Una triste historia que ahora revivimos con el obispado de Ciudad Rodrigo. La diócesis civitatense parece estar abocada al mismo final, ante la pasividad de la propia jerarquía eclesiástica de nuestro país. Ya sé que la Conferencia Episcopal no tiene capacidad de decisión y que el nombramiento de un obispo no depende de sí misma. Pero sí tiene voz. Otra cosa es que quiera manifestarla, mucho menos en público, y todavía menos ante el Papa Francisco. Ciudad Rodrigo ya se ha manifestado en varias ocasiones en defensa de un sustituto para Raúl Berzosa, ‘retirado’ por motivos personales hace ya tres años. ¿Se imaginan a cualquier representante de cualquier institución ejerciendo su interinidad durante tres años? El interino y la propia institución carecerían de legitimidad pasado ese tiempo. Mucho me temo que la Iglesia, que el Papa Francisco, quieran para Ciudad Rodrigo y su diócesis ese final. Porque no será más que una derrota de la propia Iglesia, representada por Bergoglio. Ciudad Rodrigo continuará su vida, pero en un momento como el actual, en plena crisis de fe, será complicado defender en Ciudad Rodrigo una jerarquía que le ha dado la espalda durante tanto tiempo.

Querido Papa: pruebe el farinato con huevos y verá cómo los milagros existen. Comprobará cómo un humilde y sencillo plato puede convertirse es una experiencia culinaria sin parangón. Porque el farinato es más que un producto derivado del cerdo. Representa mucho más. Francisco, échele huevos. Y compruebe qué delicia. Escúchenos y concédanos el obispo que nos merecemos. Que se merece Ciudad Rodrigo y su comarca, por muy al oeste que esté. Por muy deprimida que se encuentre. Por muy despoblada que se halle. Hay circunstancias en las que no todo puede ser cuestión de dinero. Y ésta es una de ellas. Queremos que designe un ministro de la Iglesia para Ciudad Rodrigo que sea capaz de insuflar esperanza a los jóvenes que quieren labrar su futuro en esta tierra y que sea capaz de reivindicar el papel de Dios y la Iglesia en la sociedad actual, en tantas ocasiones carente de valores.

Ciudad Rodrigo ha demostrado a lo largo de la historia que es capaz de superar todos los contratiempos que se le presenten. Y también lo hará en esta ocasión. Con o sin obispo. Aunque, lógicamente, no será lo mismo con un prelado ‘compartido’. De momento ya son muchos los que proponen un disfraz único para cuando los Carnavales del Toro vuelvan a ser la fiesta que congrega a vecinos y forasteros en torno al jolgorio. Todos nos disfrazaremos de Papa Francisco. Y todos tendremos una voz única para manifestar, aunque sea bajo el amparo de don Carnal, que Ciudad Rodrigo quiere su propio obispo. Ahora quedamos en sus manos, en su decisión. Así que, Francisco, por favor, atienda nuestras súplicas. Las de todos los que aún creemos que predicar la palabra de Dios hace mucho más que bien a esta zona cada día más despoblada, pero siempre orgullosa de sí misma.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios