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AL LORO

Esos pinchazos donde Magán

Y ya no es el pinchazo, es una posible tragedia en un concierto por un «panoli». Existe una auténtica alarma social provocada

Susana Magdaleno

Sábado, 16 de septiembre 2023, 06:00

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Va a ser que pincharon «nada», que lo hicieron «por deporte», como tantas otras veces desde hace algo más de un año. Por diversión. Por molestar. Va a ser, como dijo Juan Magán sin saber aún que a uno de los «pagafantas» le sorprendieron con un cepillo interdental, que son unos abraza farolas y pellizca cristales...

Va a ser que tiene razón el artista y estamos ante unos cobardes, ante «nadie», ante perdedores. Y él sabe de qué habla porque tuvo que parar un concierto en Almería por pinchazos y después de otro en Toledo llegaron dos denuncias por lo mismo. Él entonces pedía conocer «a los salvajes que pinchan a las niñas». Ayer, se ve que después de tanta experiencia, dejó claro en instagram que estábamos ante unos «ridículos».

Ellas hicieron bien. Hay un protocolo y aunque las pincharan solo porque no les da para más, la aguja, jeringuilla, el alfiler o el cepillo de dientes podía haber sido utilizado más veces y transmitir enfermedades. Ahora mismo es un problema de salud pública aunque se haya llevado al terreno de la agresión sexual.

Cientos de denuncias de pinchazos después parece que hay unanimidad al decir que suelen ser gamberradas de gamberros que no saben que comenten un delito. Y también hay coincidencia en que existe una auténtica alarma social. Y que ya no es el pinchazo, es una posible tragedia en un concierto por un «panoli». O por bulos sobre pinchazos, como pasó en Galicia en el concierto de Morad, que acabó en avalancha.

¿Por qué hemos llegado hasta aquí? En los sanfermines del pasado año surgieron las primeras denuncias de un fenómeno ya viejo en otros países. Ocurrió cuando en Francia de 400 denuncias solo en dos casos se hallaron sustancias y cuando el fenómeno desaparecía.

Pero aún así en agosto se activó Irene Montero con los pinchazos. Casualmente cuando tramitaba la ley del solo sí es sí. Y convirtió los pinchazos para sumisión química -sin que se hubiera demostrado lo segundo- en otro motivo más para aprobar su ley. «Queremos y tenemos derecho a salir de fiesta y llegar a casa, solas, acompañadas, sobrias o borrachas». Decía la ministra después de dar la voz de alarma por los «testimonios de mujeres agredidas mediante sumisión química». Y sí había denuncias pero solo en un caso se habían confirmado la presencia en sangre de una droga, que era éxtasis líquido y no hubo agresión sexual. Y la ministra pedía el fin de los pinchazos porque la ley se basa en el consentimiento pero a la vez convertía el poder ir borracha en un derecho, cuando es pérdida de control.

Politizó el pinchazo como sumisión porque venía bien para la ley. Y lo confirmó así la famosa Pam: «Frente a capeas, portales, manadas y pinchazos, dijimos que íbamos a hacer de España un país más feminista y lo estamos cumpliendo: hoy entra en vigor la ley del solo sí es sí».

Y ni a la propia ministra de Justicia, Pilar Llop, le avergonzó decir que los pinchazos eran un «delito de lesiones de carácter machista que pretende expulsar a las mujeres de los espacios públicos y de ocio». Como si el hombre quisiera algo así y eso de ligar no fuera con la noche. Y la oposición se sumó a la petición de vigilancia porque ahora en temas de mujer parece que hay que darle la razón a la izquierda.

Y la sociedad, ante estas reacciones, entró en pánico. Y se hacen campañas desde Igualdad para aclarar que la regla existe pero ninguna que deje claras las consecuencias de pinchar a la gente. Ni se publicitan los supuestos castigos a aquellos que pinchan. Como si no hubiera interés en que la histeria desapareciera. Nunca se habló tanto de la libertad de la mujer y nunca antes se hizo a la mujer tan prisionera del miedo.

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