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AL LORO

Okupas especuladores

Incluso aunque tengan un piso propio, resulta que se les considera vulnerables. Y el vulnerable de verdad es el que alquila. Es el mundo al revés

Sábado, 5 de julio 2025, 06:00

Esos a los que Pablo Iglesias y Podemos llaman «especuladores» masticando cada una de las sílabas resulta que existen. Son esos que alquilan su pisito. Esos a los que, vaya cómo son, les molesta que unos okupas entren en su casa y se la queden. Son esos a los que les duele pagar la hipoteca de su piso okupado, y el agua y la luz, si se presta. Son tan odiosos, que llegan incluso a denunciar a los okupas. Esos nada solidarios con los que se meten en su casa.

Dice Pedro Sánchez que no hay problema de okupación en España. Que afecta así como a un 0,06 % de viviendas. Y que no entiende cómo los españoles tememos que nos okupen la casita, por ejemplo, ahora que llegan las vacaciones. Pero las alarmas en pisos aumentan, baja la oferta de alquiler y el mensaje tranquilizador del presidente no cala. Será un nuevo bulo o un sabotaje a la política progresista del país. A saber.

Resulta que existen esos «especuladores». Dos de los señalados por Iglesias son jubilados, padres de un hijo, casi nunca salen de vacaciones y siempre tuvieron la idea en la cabeza de comprar un pisito como ahorro. Y luego, que sea para el hijo, si no hay que venderlo antes para poder pagar la residencia. Son ellos. Esos a los que llaman especuladores porque invirtieron su dinero en un apartamento y ahora lo alquilan. Porque así sacan para los gastos, que a ellos tampoco les sobra. Porque les dicen que no va a pasar nada. Que España es un país seguro. Porque piensan en su hijo, que vive de alquiler y, como hay poca oferta, saben que la renta está alta. Porque se dicen uno a otro que no vamos a ser tan miedosos de dejar el piso vacío por si nos lo okupan. Que aquí eso no pasa.

Y estos especuladores del manual de Pablo Iglesias, de los tantos y tantos que hay en España, se lanzan a la aventura. Van a la inmobilaria y están sus inquilinos ideales, ambos dicen que con trabajo. Y les indican que el apartamento es chiquitito, de una habitación, y que sí, que es perfecto para los dos. Y hacen el contrato con ellos para tenerlo en regla y declararlo todo, todito, que saben que «Hacienda somos todos», que «no es magia, son tus impuestos», y que «lo que das, vuelve». Aunque a los trenes haya que subir con kit de supervivencia e ir a 90 por autovías.

Con esa idea antigua de gran país que funciona, los jubilados, que alquilan; y los otros, que se instalan. Y pagan un mes y dos y, de repente, que dan largas. Y, de repente, que tiene «okupas» en su apartamentito. Y vaya, que cómo les ha podido pasar esto. Les recomiendan llamar a «antiokupas» por eso de que la estancia pagada se puede ir para 4 ó 5 años. Y ellos, que van al Juzgado. Y se dan cuenta enseguida de que primero están los okupas y luego ya ellos. Aunque los okupas mintieran. Porque resulta que eran 2 y ahora son 3, que tienen niño ya mayorcito. Y resulta que tienen otra casa en proceso de desahucio, o eso dicen, que la palabra de okupa es ley y la de los que arriendan hay que probarla. Y que aún así, con dos pisos, los Servicios Sociales les considera vulnerables porque con 1.000 euros que les dicen que ganan, no pueden vivir. Y les ofrece ayudas el Ayuntamiento y la Junta, pero las rechazan.

Los jubilados, mientras, sin cobrar. Luego se enteran de que sus okupas tienen piso en propiedad. Y los Servicios Sociales que lo miran y ven que sí, y que los okupas pueden vivir en él. Y cuando los jubilados ya lo celebran, el juez dice que guarden el champán, que siguen siendo vulnerables. Ahora suman meses sin cobrar el alquiler y se les han ido 3 de pensión en los juzgados. Esto es la indefensión de saber que los especuladores son los okupas y que, aunque tengan piso propio, se les da la razón. Parece mentira y no lo es.

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