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No es normal que media población sepa que si el propietario de la vivienda posee licencia de armas y hay alguna en la casa okupada, se presenta denuncia y es la forma de que la Policía actúe de forma inmediata. No es normal que sepamos que las 48 horas desde la okupación son claves y que a los okupas no se les puede cortar la luz o el agua o amenazar porque te denuncian por coacciones. Cuando una empresa de desokupas factura un millón de euros es porque miles de ciudadanos con las leyes actuales no encuentran otra solución para recuperar su propiedad. Y si el propietario paga aún la hipoteca de la casa okupada y la luz y el agua que consumen los okupas, pues tiene prisa por desalojarles, en casos para no arruinarse. No hablamos solo de grandes propietarios, hablamos de personas que tienen casa y una más, en el pueblo o en la playa, muchos con la ilusión de dejársela a sus hijos.
Se podía haber empezado este artículo por Ione Belarra y su última faltada, esa de que «los caseros viven de no hacer nada, de sentarse con su herencia y cobrar la renta a una persona que tiene un poder adquisitivo muchos más bajo que el suyo». Y aquí sale decirle cuatro cosas y hablarle de trabajo de años. O sale tomárselo a risa después de que fuera Irene Montero la que asegurara que pagó el casoplón de Galapagar con la herencia que le dejó su padre, que tenía el sueldo de un mozo de almacén. Y podríamos decir que vaya con estos de Podemos, que se saltaron la clase de esfuerzo porque todo para ellos son herencias y subsidios. Ser rico es un crimen y ser casero, también.
Pero es Ione Belarra ministra de Derechos Sociales y tiene el BOE y con eso no se bromea. No, porque de su mano y de la de Montero salieron las leyes del sí es sí, la trans o la del bienestar animal. Y la ministra ha amenazado con iniciar la tramitación para que se persigan y disuelvan empresas de desalojos.
Dice Daniel Esteve, el desokupa más famoso de España, el mismo que no desaloja nunca casas de banco ni inmuebles con niños, que se tendrá que presentar a las generales para defenderse. Y las redes estallaron en muestras de apoyo a su candidatura. Por él salieron 15.000 personas a la calle para gritar contra el apoyo de Colau a los okupas. Y a Ione no le gustó. Ella es más de que se metan con Ayuso.
Dice Antonio Maestre, que se ha convertido en columnista referencia de la izquierda, que «un okupa no es más que un ciudadano sin vivienda pero con orgullo para luchar por ella». Habla de la okupación como «problema inventado».
Y en este país el problema es que un sector, el podemita, al que le ríe las gracias Pedro Sánchez para seguir en el poder, se ha creído que el artículo 47 de la Constitución, el de todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna, está en el capítulo I de derechos fundamentales y no es así. Y que está por encima del 33, que reconoce el derecho a herencia, sí, a la herencia, y a la propiedad privada. Y el problema está en que el Gobierno ha encontrado en el propietario el chollo para solucionar el problema de la vivienda, que no sabe resolver, y del desfavorecido, que tampoco. Con la nueva Ley de la Vivienda se protege más al vulnerable y se alarga aún más el desalojo. Y vulnerable es el que no tiene nómina pero a lo mejor trabaja en «b» o es víctima de violencia de genero. Y el propietario, por protección de datos, no sabe nada de eso ni tiene obligación de hacerse cargo de esas situaciones. Dice Ione que en España con esto de los okupas se extiende la aporofobia, el odio al pobre. Y nos lo dice a los españoles, que no podemos ser más solidarios y nos lo dice quien extiende el odio al casero. De verdad que es muy difícil tener menos vergüenza.
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