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El anuncio de L'oréal, el «porque yo lo valgo», nació en 1972 como un venga, mujer, date un capricho. Fue el año en el que murió Clara Campoamor y el del destape de Carmen Sevilla y tenía sentido. El anuncio era un porque tú lo vales, porque todas lo valemos. Y Begoña, como tantas generaciones, nació ya con él.
A lo mejor para ella es normal. A lo mejor el «porque yo lo valgo» es lo que ve en casa y puede ser que realmente no entienda las críticas. Ni ella, ni su marido. A lo mejor la carta era de verdad y no un recurso para ganar tiempo y votos. A lo mejor se creen que el juez les tiene manía. A lo mejor lo suyo no es teatro.
Y a lo mejor él no nos entiende a muchos españoles y está para cogerse otros cuatro días. Por ejemplo, por esas críticas a que Begoña entre por el garaje. Como si no estuviera normalizado puertas adentro de Moncloa: Pedro salió de Ferraz en 2016 por el garaje entre gritos de «aguanta el golpe de Estado» . Y años después entró al Congreso el día de su investidura por la puerta de atrás. Para él lo importante es pasar a la historia. No es raro que Begoña pidiera entrar al juzgado por el garaje. Y tampoco debería ser anormal, siempre que a otros personajes con la misma relevancia y cuestionamiento de seguridad, se les concediera. Ella también pasará a la historia.
A lo mejor lo de la cátedra, tan cuestionado, sea algo que en Moncloa se ve como normal. Y puede ser que sea cierto que Begoña no entienda el jaleo, ni Pedro, y que ambos lo vean una persecución y se lo crean de verdad y sufran más por la incomprensión que hasta por declarar.
A Pedro no le pareció anormal lo de copiar la tesis y ni se inmutó cuando se confirmó y publicó en medios... y no habló de pseudomedios. A Begoña a lo mejor le parece normal que sin licenciatura, tenga cátedra. Puede ser un «porque yo lo valgo» de lo más interiorizado. Y puede ser que se sientan víctimas porque para ellos fue de lo más normal ir en Falcon al festival de Beniccássim «porque yo lo valgo». O lo fue viajar en helicóptero Super Puma del 402 escuadrón del Ejército del Aire a la boda del hermano de Begoña, por lo mismo.
Para Begoña y Pedro lo normal es situarse al lado de los Reyes para dar la mano a los invitados y mirar con ojos golosos la silla de la infanta.
Y era normal que la empresaria mujer del presidente dirigiera el nuevo Centro de Estudios Africanos del IE, y lo es no inmutarse con las críticas, que llovían ya allá por 2018.
Es un «porque yo lo valgo», un porque sí, un porque me lo merezco y punto.Y me doy este capricho y otros. Y el que me critica va contra mí y cargo contra el juez y contra los medios. Y mi mujer no es política pero todo el Gobierno la respalda porque yo lo valgo y ella, pues también. Y el portavoz parlamentario llama presidenta a Begoña. Y ella ha jugado a primera dama desde que Sánchez fue elegido candidato a Moncloa. Fue desde ese momento delicioso en el que ella saltó al escenario y, al estilo presidente americano, se dieron ese beso en los labios. Y son los «Obama de España» y a ella le gusta África tanto como a Michelle, pero ella no es Michelle, que en Harvard lo fue todo. Y es empresaria y no una primera dama y puede ser que entre tanto «porque yo lo valgo» se le haya olvidado lo que es.
Ayer iba de negro y ahí nada raro porque es su color favorito. Raro, lo de que se tapara dentro del coche. Era una foto dentro del coche. Raro que prefiriera esta escena a entrar como una infanta repartiendo sonrisas entre gritos de «Free Bego», con María Jesús Montero bordándolo de cheerleader. Raro lo de Marlaska y de cuento del emperador desnudo, lo de Bolaños. Raros, los demás. Begoña, no. Begoña es que lo vale.
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