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El CIS existe y ya tocaba que llamara. Lo curioso es que fue ayer, viernes, y con preguntas que caducan el lunes. En plena segunda jornada de reflexión del presidente pregunta si me he enterado de lo de Pedro Sánchez. Vaya que sí. Y luego, que si me leí la carta. «¿Comprende al presidente?» Pues no. Y es momento de venirse arriba cuando Tezanos plantea qué es lo que debe hacer Sánchez el lunes y te da las cuatro opciones. Luego, como si la encuestada vistiera toga, que si están justificadas las acusaciones a Begoña. Y muy juntita, lo de que si hay que renovar el Poder Judicial. «¿Hay límites en la política?» Sólo faltó el «pobre Begoña».
Si es viernes y el lunes Pedro Sánchez contestará a casi todo lo anterior por todos nosotros, sólo tiene sentido la encuesta del CIS para alumbrar al presidente. Va a ser que no lo tiene claro ni él. Y también que será un sentimental pero no un loco y no se quiere tirar a la piscina sin salvavidas.
Será que a lo mejor quiere saber si el pueblo está con él o no, y si es que sí, pues a lo mejor se queda, y si es que no, pues adiós muy buenas, que ya lo hizo en el 2016. Puede ser también que Tezanos por su cuenta quiera llevarle al «presi» un regalito y que esto vaya solo de peloteo. O puede ser que la encuesta sea para otro día y su validez inmediata, pero para el presidente y su partido.
El presidente deshoja la margarita. Cuentan que está enfadado con los más próximos. Dicen que María Jesús Montero y compañía criticaron a los medios que publicaban informaciones sobre Begoña pero que no defendieron a Begoña. Que limitaron las preguntas a los periodistas pero que no pregonaron su pureza.
Y parece que ahora los de ese núcleo duro y también los ministros están preocupados porque se pueden quedar sin trabajo. Y que por eso van a trabajar este fin de semana haciendo pancartas de «Pedro, quédate» o de «Begoña, estamos contigo». Y dicen también que no saben nada de lo que hará el presidente. Que ha sido una sorpresa también para ellos. Y el miércoles eran más los que decían que Pedro se quedaba y en las últimas horas crecieron los que apuntan a que se puede ir. Monedero es de los que creen que se va.
Si se hubiera querido ir, ya estaría fuera: en lugar de escribir la carta habría pedido audiencia al Jefe del Estado y le habría comunicado su dimisión. Estaría ya en marcha la nueva investidura.
Lo que ha hecho ha sido someter a los españoles a un chantaje por carta. Viene a decir el presidente: o hay impunidad para Begoña, o me largo. O hay mordaza para medios de comunicación y jueces, o se acabó este gobierno progresista. Y en este contexto sí tiene sentido una encuesta del CIS a nada de su decisión y con fin de semana de por medio. Y también, la avalancha de ministros y los autobuses a Ferraz y la jauría del Gobierno contra la oposición.
Si se va, la opción que le deja en la situación con mayor red es que convoque elecciones. Podría volver a ser candidato, pero esta vez a lo mejor querido: adiós al «que te vote Txapote». O lograr un cargo internacional porque habría europeas antes. De paso le da la oportunidad de pasar a la historia de una forma preciosa, como héroe romántico. Normal que en el PSOE crean que se puede ir.
La única certeza es que Sánchez tiene su fortaleza y debilidad en Begoña. Se sabe que es su flanco débil y que no está dispuesto a que jueces y periodistas hablen de su mujer, de ahí su carta-amenaza. En la historia reciente de España, otra mujer con notable influencia sobre su marido fue Carmen Polo, «la señora». Si nos pregunta el CIS sobre el chantaje, sería oportuno recordar que a Franco, como a Sánchez, tampoco le gustaba que se hablara de su mujer.
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