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De la declaración de Aldama es inquietante y revelador ese «para nada». «¿No es militante del Partido Socialista ni simpatizante?», le pregunta el abogado cuando hablan de la famosa foto con Sánchez. «Para nada», responde Aldama. Y en ese «para nada», tan seguro, es donde está el abismo desconocido al que se enfrenta ahora Pedro Sánchez. Koldo es de Sánchez. Ábalos es de Sánchez. Los ministros son de Sánchez. El PSOE de ahora es de Sánchez. Pero Aldama, no. «Para nada».
Aldama es un comisionista. Y hoy es de Guaidó y al día siguiente, si se cabrea, de Maduro. Aldama dio la sensación de que es de Aldama. Y antes de caer, que caigan otros. Y sabrá que es la parte débil de la cadena porque no es del grupo de Sánchez.
Está el «para nada». Y está también la credibilidad que le concede la Fiscalía Anticorrupción, que por algo será. Y está que ha convertido a Sánchez en su objetivo. No a Koldo, Ábalos o al resto de ministros. En su salida de la cárcel amenazó sólo al «mitómano» Sánchez: «Que no se preocupe, que va a tener pruebas de todo». Y por lo visto en los «casos» Ábalos» o «Koldo» esta gente no son de borrar WhatsApp.
La declaración de Aldama es de palomitas. La mejor recomendación de serie para el fin de semana. De ficción, dice el PSOE, pero no hay serie de ficción con esos personajes tan potentes.
Dice Aldama en el monólogo que le valió la libertad que está Ábalos, que es el todo de Sánchez. Y está Koldo, que se siente tan navarro como Cerdán y al que el propio Cerdán introdujo en Madrid. Está Sánchez y cuenta Aldama que pone de asesor de su todo, de Ábalos, por el que todo pasa, al propio Koldo. Ese Koldo tan clave y al que, en cambio, Aldama deja como al de las ocurrencias.
Y estos personajazos planean lo de Delcy y ahí entra el alquiler de una casa en El Viso, que en una serie así tenía que ser en Airbnb. Y cuenta Aldama la romería de visitas de CNI, policía y seguridad para preparar la cena con Sánchez y los ministros. Y está el bar de enfrente de Ferraz, que dan ganas de conocerlo y que de esta entra de lleno en los recorridos turísticos de Madrid. «Aquí fue donde Aldama contó que le dio un sobre con 15.000 a Koldo y que Koldo entregó a Santos Cerdán». «Y aquí, donde dice que entregó la mordida de 25.000 al jefe de Gabinete de Montero». Lo del piso de Jessica o lo del piano quedan ya para los créditos. Está más entretenido lo de esas reuniones con Teresa Ribera y que en una estuviera Begoña. Y ese maravilloso cameo de «El Pollo» Carvajal y Dolores Delgado.
Y arrasa en la serie el momentazo del aeropuerto. Con Ábalos, que no tiene que estar allí, porque cuenta Aldama que desayunaba con la vicepresidenta al día siguiente; la «zona Schengen» de Marlaska. Y Koldo, que le dice que llame a Delcy para que se de la vuelta porque si no es así, la detienen. Y como aterriza, está la intriga de la búsqueda de pilotos a la desesperada porque a ver qué hacen con Delcy. Y está la idea de Koldo de poner pilotos militares porque los del vuelo privado pasaron ya de horas. Kilos de palomitas.
Y eso enlaza con lo que dijo Koldo fuera de serie, eso de que ni muerto contaba lo que pasó en el aeropuerto. Y con que en el famoso Peugeot viajaron Sánchez, Ábalos, Koldo y Cerdán. Enlaza con que Koldo es muy del PSOE y de Sánchez y que, en cambio, Aldama, « para nada». Y ahí puede estar la clave de que no le importe tirar más de la manta, porque vamos por el capítulo 1 y se intuye que se guardó cositas.
Tiembla el PSOE. Tiembla el Gobierno. Tiembla Sánchez. Y todo empezó cuando Ayuso denunció a Koldo por las mascarillas. Si Sánchez sobrevive a esto, va para inmortal.
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