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ELYENDAS URBANAS

El español escondido

Patrimonio común de millones de hablantes, su fortaleza es la de todos. Es insensato palidecerlo para resaltar a otros

Martes, 12 de septiembre 2023, 05:30

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No es este un año cualquiera. El verano alcanzó la LX edición de los Cursos de Español para Extranjeros de la Universidad de Salamanca, nacidos en fecha tan pionera como 1929 y tras interrupciones comprensibles por episodios de nuestra historia reciente, reanudados en 1963 hasta hoy. En estos sesenta años Salamanca se ha posicionado como lugar de nuestro país más identificado con la enseñanza del español, con centenares de miles de estudiantes de todas las procedencias egresados de los Cursos de Lengua y Cultura Españolas, un asentado recurso cultural y económico de primer orden para la ciudad epicentro del turismo idiomático.

En este prestigioso contexto, en octubre se cumple el primer año de vida del señero Centro Internacional del Español de la Universidad de Salamanca. Como todos los recién nacidos vienen con un pan bajo el brazo, el pasado 3 de mayo el Gobierno de España lo subvencionó con 2,5 millones de fondos europeos Next Generation dentro del PERTE Nueva Economía de la Lengua. Pero ese pan comparativamente se revela migaja más que hogaza: el Gobierno central dotaba medio año antes al proyecto estratégico del Valle de la Lengua de La Rioja 18 veces más, casi 45 millones de idéntica procedencia europea, participados por el Ejecutivo autonómico riojano. También este año es singular en cifras récord: los Cursos de Español en la USAL concitaron en julio y agosto 1.842 alumnos presenciales de 79 nacionalidades y 4.584 online, a los que se sumaron los de la potente oferta académica de instituciones privadas.

La creación del Observatorio Global del Español en el Valle de la Lengua busca declaradamente «maximizar el valor de las lenguas oficiales en el proceso de transformación digital». El español queda diluido al ser equiparado a las demás lenguas de nuestro país. Hablar cualquier lengua es riqueza en sí misma; pero cerrar los ojos a la pujanza de las oportunidades que hoy por hoy solo genera la enseñanza del español incluyéndolo en un totum revolutum lingüístico patrio es perder terreno frente a otros países hispanoparlantes. Es como si el Gobierno británico igualase su inversión en la industria del inglés con la del escocés, galés o gaélico. Sería ignorar la realidad.

¿Por qué evitar o devaluar la palabra «español»? ¿Quizá complejos o peajes a socios indispensables por caprichosas aritméticas parlamentarias? El español es patrimonio común de millones de hablantes, su fortaleza es la de todos, es insensato palidecerlo para resaltar a otros. Y reconocer el papel de Salamanca en su expansión mundial es de justicia.

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