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Al comunismo amable vestido de blanco que viene a ser el partido -o lo que sea- de Yolanda Díaz se le ha visto el plumero. Hace unos días, en su programa electoral, se deslizó una propuesta según la cual planteaban un Estatuto de la Información para proteger a los profesionales del sector y un Código Deontológico que tendría también sanciones tan graves como la expulsión de la carrera periodística al plumilla que manipule o desinforme. Y de eso se encargaría el gobierno de turno.
Horas tardaron en darse cuenta de que tamaña aberración resulta anticonstitucional y choca frontalmente contra el Artículo 20 de la Carta Magna. Así que dijeron que se había tratado de un error en el «proceso de elaboración y transcripción del documento» y que la propuesta, por supuesto, no iba a ir en el programa electoral.
No son nuevas estas intenciones de los partidos de la extrema izquierda. Al mentor de Yolanda, Pablo Iglesias, le gustaba señalar públicamente a periodistas cuando criticaban su actuación. Así que seguramente en este punto Sumar y Podemos coincidan.
La idea yolandista empequeñecía al Ministerio de la Verdad que se inventaron Pedro Sánchez de Iván Redondo. ¿Recuerdan aquel organismo denominado Comisión Permanente contra la Desinformación que se creó hace cuatro años? Poco se ha sabido de su trabajo. Tan solo que sus miembros, tras monitorizar a los medios de comunicación españoles, estaban preocupados por la «polarización», pero no entraron en detalles. ¿Para qué?
Los ataques al periodismo no llegan solo desde los partidos y sus gabinetes de prensa en los que, por cierto, suelen trabajar profesionales que antes estuvieron en medios de comunicación y saben perfectamente cómo funciona un periódico, una emisora de radio o una cadena de la televisión. Incluso, alguno de esos propagandistas se ha permitido el lujo de dar consejos sobre ética periodística a los profesionales que ejercen día a día el periodismo. Y luego organizan ruedas de prensa sin preguntas. Hay que tener mucha cara.
Lo último que nos ha tocado ver ha llegado fruto del nerviosismo que provocan unas elecciones generales. Angels Barceló, desde su micrófono de la cadena SER, se ha despachado contra Carlos Alsina al decir que Pedro Sánchez había cambiado su estrategia y había acudido a estudios donde se le había «atacado» con «soflamas mañaneras», «con cierta inquina y en algunos casos faltando a la verdad».
Pero no se quedó ahí. Vino a decir que el presidente iba a esas emisoras como si fuera a territorio comanche. Y digo yo: menos mal. Bajo mi punto de vista, todo político debería sentirse un poco como en territorio comanche cuando es entrevistado por un periodista. Para darle jabón ya tienen a sus portavoces con sus, en ocasiones, mal llamadas notas de prensa. O esas ridículas ocurrencias de los vídeos en los que Pedro Sánchez charla con sus ministros en paz y amor y todos ellos ponen cara de preocupación por el futuro de España. Se pensarán que somos imbéciles.
Por fortuna, Carlos Alsina no se quedó callado e invitó a Angels Barceló a debatir «sobre el periodismo y las soflamas» uniendo las dos emisoras en las que trabajan para que todos sus oyentes pudieran escuchar el parecer de ambos profesionales «en amor, inquina y buena compañía». No nos darán ese gustazo. Una lástima.
Entiendo que la clase política se juega mucho estos días. Pero, ya está bien de intentos de caza de brujas. Las hogueras déjenlas para la noche de San Juan.
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