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Está claro que el objetivo es hacer daño a Salamanca. No hay explicación lógica al ninguneo, al desprecio y a la falta de consideración con Salamanca. Prefieren tener trenes parados en las vías que ofrecer un servicio de conexión con Madrid que le da la vida a decenas de familias que a diario ven cómo su sustento económico llega procedente de la capital de España en forma de trabajo. El Gobierno nos ha mentido decenas de veces y aquí no estamos hablando de política. Nos ha dado largas tratándonos como si fuéramos idiotas. Nos dijeron que la cuarta frecuencia llegaría el año pasado, luego, cuando se acercaban las elecciones generales, nos prometieron que estarían antes de 2024, cuando llegó Óscar Puente nos explicó que cumpliría en el primer trimestre del año y que no era necesaria la gran concentración para mejorar conexiones ferroviarias… se creen que el salmantino es tonto. Y sí, el salmantino es conformista por naturaleza, pero eso no significa que deba ser humillado constantemente.
Lo más llamativo de todo esto es que pisotean a Salamanca importándoles una mierda que el PSOE provincial acabe sepultado. Militantes y cargos políticos socialistas salmantinos han reconocido públicamente que es de justicia que nos devuelvan la cuarta frecuencia y que es vergonzoso que nos tengan como apestados mientras otras provincias refuerzan sus conexiones con la capital de España. Solo desde el odio a Salamanca puede entenderse algo así. Es tan lamentable que los abonados no pueden coger una plaza de Alvia a partir del Lunes de Aguas a pesar de que en el tren quedan decenas de billetes que sí venden si pagas la tarifa normal. Es decir, que nos quieren hacer ver que el tren sale gratis con un bono cuando realmente lo que ocurre es que quieren que el usuario pierda la paciencia y por miedo a quedarse sin ese ticket se rasque el bolsillo.
Urge la mejora de las conexiones ferroviarias y urge que se tenga más en cuenta a la provincia. En Moncloa solo tienen que preguntar a sus afiliados socialistas en Salamanca y a los cargos políticos en el Congreso y el Senado para saber que realmente hay un clamor social para que tengamos más trenes de velocidad alta que nos conecten con Madrid. En lugar de hacer esa consulta o de buscar soluciones a la demanda de los salmantinos, en el Ministerio de Transportes se dedican a hacer informes sobre qué medios critican o son contrarios a la gestión de Óscar Puente. A eso se le llama señalar medios de comunicación y es propio de otros regímenes. Todo pagado con dinero público, por supuesto. Acojonante.
Pero es que lo que está haciendo Puente no es más que llevar al extremo la degradación de la política. Al pucelano se le ha premiado con un ministerio sabiendo quién era y cómo era. No son nuevas sus salidas de pata de banco, solo hay que echar un ojo a la redes sociales para ver las sandeces que se decía con Francisco Igea cuando el doctor tenía algo más de cordura siendo vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Fueron conocidas sus broncas, sus insultos, y sus insinuaciones cuando era regidor de Valladolid. Se ha caracterizado por ser un político que nunca ha sido capaz de asumir las críticas, de tener mano izquierda o de negociar con aquel que piensa diferente. Fiel a su jefe ha sido capaz de colocar a los suyos en Madrid, de darles manduca a cambio de leer unos cuantos artículos de opinión.
A Pedro Sánchez siempre le ha funcionado eso de poner a un bocachanclas, un pisacharcos o un perro de presa para evitar que los escándalos llegaran a la cúspide de la pirámide. Lo hizo con Ábalos y pasó lo que pasó y lo ha hecho con Puente y pasará lo que pasará. Al tiempo.
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