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A día de hoy cualquier persona que sea capaz de que le salgan las cuentas para comprarse una vivienda puede sentirse un rara avis en una sociedad en la que ya es complicado hasta encontrar una habitación.
Es un auténtico drama para los jóvenes, y para lo que no lo son tanto. Según los últimos datos publicados resulta que una de cada tres personas que busca piso compartido tiene más de 35 años. Si tal y como se les llena la boca a los políticos la vivienda es una prioridad, y estas son las cifras oficiales, más vale que cambien de estrategia o que definitivamente nosotros cambiemos de políticos.
Una de los principales retos que tienen las sociedades modernas es la inclusión de las nuevas generaciones en los modelos de productividad económica y de inserción social. Poner las bases para que los jóvenes creen sus negocios, lleven su formación y talento a las empresas y consigan poner en marcha una familia, del tiempo que quieran, que les permita tener la estabilidad necesaria para ver el horizonte con garantías. Todo esto es imposible si las oportunidades laborales son las que son y si el mercado de la vivienda sigue tensionado por la gran cantidad de gente que llega pagando mansiones a tocateja.
Se le llena la boca al Gobierno de sacar pecho de las buenas cifras de empleabilidad cuando el verdadero problema es que peligrosamente el salario medio se va acercando al salario mínimo. Es decir, que da igual la formación y la implicación de un trabajador porque al final va a ser café para todos. Con este problema salarial y con los precios totalmente desacompasados con ellos nadie va a poder comprar una vivienda.
La Junta de Castilla y León puso en marcha una iniciativa para prestar a los jóvenes el 20 por ciento necesario para dar la entrada del piso, y eso está muy bien, pero hay que tener en cuenta que muchos de los menores de 30 años ni siquiera están ahora en ese juego. Son los que tienen entre 30 y 45 los que necesitan una ayuda urgente, un empujón para salir adelante porque si no lo reciben va a ser prácticamente imposible que formen una familia y tengan hijos. Las ayudas al alquiler y la puesta en marcha de VPO son medidas que se está demostrando que son insuficientes, porque el problema ya está generalizado. El intervencionismo del Gobierno de España en el mercado es además denigrante.
El de la vivienda es, junto a la soledad, la mayor lacra social de este país y el fracaso más rotundo de los gobiernos más recientes, que no quieren darse cuenta o no saben ponerle freno. Mientras tanto se reparte dinero a paladas para duplicar competencias en las administraciones y para ceder a los chantajes del adversario político. Además han conseguido que poca gente hable de ellos y todos tengamos en la boca los escándalos amorosos del Emérito con Bárbara Rey o las luchas por audiencias de Broncano y Pablo Montos. En España somos expertos en esto, en lanzar bombas de humo para no tratar los asuntos realmente importantes. Pegar una patada a seguir y que el que venga después ponga el cascabel al gato. Mucho mejor nos iría si se empiezan a tomar medidas que aunque nos duelan nos aseguren la estabilidad social de las nuevas generaciones, porque con el coste de la vida actual no pueden tener 35 años y ganar 1.000 euros al mes. En muchos casos, todo esto después de una formación universitaria y de un esfuerzo de sus familias para poderles mantener e incluso ayudándoles económicamente hasta que son bien maduritos. Luego se preguntan que por qué hay despoblación y tanta inmigración.
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