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A veces uno se pregunta si estamos ante el Gobierno de España más incompetente de la historio o ante el más inteligente de cuantos se han conocido. No hay día que no salgan a la luz ideas peregrinas y proposiciones absurdas planteadas por este Ejecutivo con las que consigue que se tapen todos los escándalos que acorralan al presidente del Gobierno y a su núcleo familiar y político. El caso es que un día sí y otro también en los medios de comunicación se lanzan globos sonda y medidas que a la mayoría de los españoles nos hacen plantearnos si son de verdad o se trata de tomaduras de pelo.
Con tanto intercambio de dinero por votos, enmascarado en pagas y ayudas sociales a las personas que ellos consideran más vulnerables, estamos consiguiendo arruinar las arcas del Estado. Hace un par de meses daba igual un poco más de deuda que un poco menos, pero en este momento, en el que los hermanos valencianos se encuentran extremadamente necesitados, nos damos cuenta que no tenemos un mísero euro con el que hacer frente a la emergencia. Y claro, el Gobierno vuelve a hacer lo de siempre subir impuestos.
La ocurrencia de esta semana es crujir a los españoles que tienen un seguro médico privado en plena crisis de Muface. Los socialistas y la parte más cercana al comunismo en su caterva de Gobierno estiman que tomando una decisión así se va a apretar a las rentas más altas, algo totalmente alejado de la realidad porque estos seguros de salud los tienen cada vez más familias de clase media, y en muchas ocasiones están bonificados parcialmente por empresas como beneficios sociales que ofrecen a sus trabajadores. Al final esto lo terminarán pagando las clases medias, a los que ese ocho por ciento de incremento sí puede ayudar a asfixiar un poco más su economía. Para un rico pagar 200 euros más al año para que su familia sea atendida en un la sanidad privada es calderilla, pero para una persona con un sueldo de los que se estilan mayoritariamente en Salamanca sí es una gran faena.
El otro efecto de esta medida es más grave si cabe, muchos más paciente a una sanidad pública ya de por sí colapsada. Es decir, el Gobierno recauda y deja el marrón a las comunidades autónomas que son las que tienen las competencias en materia sanitaria. Por un lado obtienen financiación con la que seguir haciendo propaganda y financiando políticas electoralistas y por el otro lanzan al circo romano a unas autonomías que, casualmente, son gobernadas mayoritariamente por la derecha. Lo dicho, que o Pedro Sánchez y su recua son muy malos o tienen mucha maldad.
Este acuerdo entre PSOE y Sumar es un mensaje a las bases de dos partidos de izquierdas muy tocados. En Ferraz tienen que buscarse las habichuelas para que nadie hable de Begoña, del hermano del presidente, de Delcy, de Ábalos, de Koldo, de Aldama, de Marlaska, de tito Berni... y los «pijiprogres» de Yolanda Díaz para que se vaya olvidando la nefasta gestión interna del caso de Íñigo Errejón.
Estas cosas en una situación como la que está sufriendo el pueblo valenciano son una auténtica vergüenza. A los políticos de este país, y aquí incluyo a los de ambos lados del tablero, nunca les ha importado lanzarse los muertos después de una tragedia. Esa debe ser una línea infranqueable en la que más allá de que dos senadores valencianos, uno del PP y otro del PSOE, sean capaces de darse un abrazo en la Cámara Alta. De cómo sacar adelante a las familias levantinas es de lo que se debe hablar ahora y no del mantra de que la culpa es de los «ricos» que pagan pocos impuestos.
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