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El escenario dantesco que el presidente del Gobierno negó cuando era candidato del Partido Socialista para presidir el Ejecutivo es ya una realidad. Pedro Sánchez pasará a la historia de este país por muchas cosas, pero ninguna tan dañina como la cesión al chantaje de golpistas, independentistas y prófugos de la Justicia a cambio de mantenerse en la poltrona. El atentado es de tal calibre que se ha roto para siempre la igualdad entre españoles. La amnistía ya está aquí y la ponzoña catalana ríe a carcajada sucia mientras Moncloa limpia los bolsillos al resto de España para contentarles.

A Pedro Sánchez se le estudiará en las universidades, de eso no cabe duda. Fue capaz de revertir una de las situaciones más complejas en política, que es cargarse al aparato de su propio partido sin más armas que un coche viejo y una panda de amigos macarras. Si fue capaz de aquella tarea no debe sorprendernos que cualquiera de sus pensamientos maquiavélicos fructifique en puñaladas para cualquiera que no piense como él.

No debe olvidarse cómo llegó al poder. Lo hizo a través de una moción de censura a Rajoy por un caso de corrupción del Partido Popular. Convenció a los nacionalistas vascos con un buen talonario, llegó a la Moncloa y de allí no se va ni con agua hirviendo. Todos le pagamos el capricho de mirar por encima del hombro al resto de ciudadanos, de dar carnés de demócrata y de levantar el dedo para señalar a quien le critica. Su vanidad se ha convertido en la mejor virtud de su desgobierno.

Una vez en la cima, Sánchez puso en marcha la maquinaria para erosionar al enemigo, el PP. Y digo el PP porque el enemigo de este nuevo socialismo no es la derecha, es quien pueda quitarle el poder. Dio de comer carroña a Vox para minar electoralmente al PP, y ahora cada vez que ve que los de Abascal pierden fuelle resucita a Franco, hace parecer que le importa Palestina o tocará a la iglesia católica, cualquier cosa con tal de que los puntos de fricción entre ellos dejen un socavón en el que se pierdan miles de votos.

Es complicado no escribir desde el rencor cuando uno ve tanta injusticia y tanta desigualdad. Cuando unos ríen con el puño en alto porque tienen el bolsillo lleno de lo que han quitado a los demás. Cuando el Gobierno de tu país no solo cede al chantaje económico, sino que pide perdón porque su gente, sus fuerzas y cuerpos de seguridad que han sido apaleados se defienden. Cuando el poder Ejecutivo desautoriza constantemente al Judicial como si esto fuera una república bananera. En fin, cuando los que odian a España sacan pecho de una batalla que no es más que el primer paso para ganar la guerra final, la independencia.

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lagacetadesalamanca El chantaje se consuma