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Es un momento realmente difícil para defender a la clase política, tanto a la lejana como a la más cercana. La desafección y el alejamiento de la sociedad queda patente con la pasividad a la hora de tomarse las noticias que un día tras otro aparecen en los medios de comunicación. Por menos de lo que está sucediendo en este país, en otros, más y menos civilizados, ya habría revueltas sociales y huelgas generales.
A la amnistía, los indultos, la intromisión continua en la Justicia y las cesiones a los chantajes de los independentistas se suma ahora el escándalo de corrupción en el Gobierno de Sánchez a cuenta de los pelotazos de la mano derecha de ese personaje tan singular de otra época llamado José Luis Ábalos, que ahora nos cuenta que él no sabía nada de las andanzas del tal Koldo de Barakaldo. No se puede ser tan inteligente para llevar la organización nacional de un partido político como el PSOE y a la vez tan torpe de no conocer las fechorías de tu número dos.
Pedro Sánchez llegó al Gobierno de España merendándose a Mariano Rajoy con una moción de censura basada en la corrupción que por entonces asolaba al PP. Ahora, el presidente del Gobierno, en lugar de asumir responsabilidades políticas por lo ocurrido lanza balones fuera y esparce la mierda a la casa del vecino. Y aquí no pasa nada. Ni siquiera los militantes socialistas que están viendo como su camarada está dejando el partido sin ningún poder territorial se atreven a levantar la voz y decir las cosas como son.
Esto en cuanto al PSOE, pero si echamos la vista a la derecha nos encontramos con un señor en la Junta de Castilla y León que es un completo ignorante. Es el líder de Vox en la Región y que no ha encontrado mejor pasatiempos que acusar gravemente a Cruz Roja de ayudar a los inmigrantes ilegales y de ser cómplice del tráfico de personas que existe. Es increíble que el «pisacharcos» de Juan García-Gallardo cargue contra una asociación que ha salvado cientos de vidas en la Comunidad, precisamente muchas de las que la clase política a la que él pertenece nunca ha destinado el tiempo y los medios que merece. Es vergonzoso que Cruz Roja sea el malo de una película en la que el bueno es un señor clasista de Burgos que no da palo al agua. Luego se preguntarán por qué muchos de los que creían en Vox se van dando cuenta de que con personajes de este calibre no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. Parece que el único compañero de baile de Gallardo es Fernández Mañueco, que seguramente lo haga por interés.
Lo mismo que sucede con Sánchez en el PSOE ocurre con Gallardo en Vox Castilla y León. Parece que nadie con dos dedos de frente se atreve a decirle a este señor que se deje de salidas de tono y trabaje por la Comunidad desde el respeto. En Salamanca por ejemplo hay gente muy sana en Vox que no comparten los delirios del vicepresidente de la Junta que se ha empeñado en convertirse en el Óscar Puente de la ultraderecha, más estilizado y ágil pero igual de macarra. ya me dirán qué ha hecho el señor Gallardo por los salmantinos desde que tomó posesión...
Mientras el vicepresidente de la Junta de Castilla y León trata de encontrar la frase ingeniosa con la que llamar la atención de los periodistas en la siguiente comparecencia pública, los voluntarios de Cruz Roja siguen ayudando a las personas necesitadas, prestando servicios, a veces con dinero público, allá donde la administración no llega y poniendo buena cara en situaciones extremas de familias abocadas al fracaso social.
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