No me lo creo

Trabaja estos días el PSOE salmantino en una moción municipal para que se tenga en cuenta a la hora de elaborar la programación musical el ... sistema de cuotas impuesto oportunamente en ámbitos como el de la política. Alguien pilló una calculadora percibiendo que durante las últimas actuaciones programadas desde la Fundación Salamanca, han subido al escenario más chicos que chicas y quiere corregir tal desequilibrio.

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Personalmente, la idea me parece tontería. Una de esas ocurrencias con las que más que mejorar la programación musical, de lo que parece que se trata es de alimentar la estrategia que sirva para disparar unas cuántas balas a sus adversarios políticos, en este caso, acusándoles de machistas, que seguro que lo será más de uno, pero que no pienso que quede demostrado por este asunto.

De hecho, sucede más lo contrario. Nunca se me olvidará a un célebre concejal de festejos ya fallecido, que perteneciendo al mismo partido que en la actualidad diseña el programa festivo, me confesaba campechano en su despacho que lo mejor de todo el programa para su gusto y con diferencia era la contratación de Patricia Monterola aunque apuntándome que más que por sus virtudes musicales por la exuberancia de ciertas zonas de su anatomía. Eran aquellos tiempos en los que tampoco nunca faltaba en el programa algo tan casposo como la vedette Norma Duval.

Y mira que hay motivos de peso para criticar y tratar de mejorar la programación musical que venimos sufriendo durante los últimos años, una programación extraordinariamente repetitiva, acomodada, facilona, sin peso ni sorpresas, vulgar y obscenamente cara. Pero no acabo de imaginarme a los programadores vetando actuaciones de damas tan luminosas como Luz Casal, Ana Belén, Alice Wonder, Rozalén, Amaral, Rosalía o Alaska porque a alguien se le antoje más testosterona. Dejando aparte las letras de reggaetón (sobre este asunto sí que podría contribuirse a la causa del feminismo dejando de contratar a habituales como Omar Montes o Juan Magán, con textos vergonzosamente machistas y hasta misóginos), no existe mundo menos machista y por lo tanto con menos necesidad de tener que regularlo con cuotas que el mundo de la música, en el que todo el mundo tiene asimilado que lo único que importa es el talento de quien se sube a actuar independientemente de que sea hombre, mujer o incluso algo intermedio. Ojalá fueran así de sanos y saludables en ámbitos como el de la política o el de las grandes empresas.

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