En agosto de 1930 se presentó un joven en el Juzgado de Guardia en Madrid manifestando que al querer contraer matrimonio se había personado en ... las oficinas de la Vicaría para pedir la documentación precisa, encontrándose con que aparecía en los Registros como casado. Interrogado el joven sobre si podía facilitar alguna pista sobre el particular, al hilo de sus declaraciones se hicieron las oportunas diligencias y se averiguó que uno de sus amigos casado, para responder de una deuda de honor con una señorita, había utilizado la documentación del demandante, contrayendo nuevo matrimonio, aunque vivía su primera mujer.
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El Juzgado instructor del sumario decretó la detención de Miguel Manzano por bígamo y efectuó su detención el día 29. Poco después lo fue su segunda esposa, María García. El apresamiento del bígamo se realizó en el depósito de máquinas de la estación de Madrid-Cáceres-Portugal y la mujer lo fue en su domicilio, en la calle de san Ildefonso, también de Madrid, donde sus padres eran los porteros de la finca.
María había estado sirviendo en la casa de un General y allí conoció a Miguel, formalizando relaciones que llegaron a ser íntimas. Los padres exigieron reparación y la boda se celebró en la iglesia de san Sebastián. Según Miguel su familia residía en Huelva y gozaba de una posición económica desahogada, ocultando que era casado. Dijo que el primer matrimonio lo contrajo en Huelva y que se separó de su mujer por razones íntimas. Ante el Juez prestó declaración el cura párroco de la iglesia de san Sebastián, que celebró los esponsales.
Como la información telefónica del redactor en Madrid de El Adelanto, publicó la noticia de que la primera mujer de Manzano residía en Salamanca en compañía de una hija de 2 años, inscrita como legítima, la prensa salmantina por medio del periodista «Tehudia» (Gabriel Hernández González) se volcó en los pormenores del caso tratando de localizar a la mujer.
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Manzano fue asistente del secretario particular del Ministro de Marina, durante su servicio militar en la Dictadura y gracias a su influencia ingresó como calderero, prestando sus servicios en Peñaranda de Bracamonte y luego en Salamanca.
Por carta del lector don Alfonso de la Peña, se dirige el periodista a quien fuera profesor de Miguel Manzano, durante algún tiempo en Salamanca, don Emilio Gómez Iglesias, domiciliado en la Cuesta de la Cárcel Nueva, 16 (hoy de Sancti Spíritus), joven y competente profesor de contabilidad, mientras Manzano y su mujer María García, vivían en Cárcel Nueva 43, entresuelo. Al querer ascender a fogonero precisó de sus servicios para prepararle durante 2 meses y marchó para Madrid en el mes de noviembre, llevando a María y a la niña nacida dos meses antes. Solo dijo que se habían casado en Madrid, donde vivían sus padres políticos.
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Cuenta algunas anécdotas de la «frescura» de Manzano, que no vienen al caso, pero si dan prueba de la catadura moral otras, como la de que, con motivo de la visita de la hermana de María, una guapa modista llamada Sabina, se permitió el comentario de: ¡Qué preciosa es Sabina! ¡De buena gana me casaría con ella! No le bastaba con ser ya bígamo. Y lo peor estaba por llegar pues, cuando María dio a luz, la increpó de mala manera, organizando un escándalo por haber alumbrado una niña.
Indagando en la Estación del ferrocarril de Salamanca, no parecían recordar a Manzano, hasta que alguien dijo que hablara con Paco Castañeira, honrado trabajador en el depósito de máquinas de la Compañía del Oeste, quien afirmó que Manzano era reservado, mohino, «un capita de santo» como se decía vulgarmente. Tenía muy pocos amigos y aún con los compañeros más cercanos en el trabajo era reservadísimo y jamás alternó, fuera del trabajo con los compañeros. Su obsesión era irse a todo trance a Madrid y logró ir destinado a Villaverde, donde trabajaba cuando fue detenido. No sabía donde vivía su mujer pero creía que había marchado con él a Madrid.
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Siguiendo con las averiguaciones parece que el que más trato tuvo con Manzano fue Heraclio Nieto Moreno quien no fue demasiado explícito ya que solo contó que había tenido con él un incidente a consecuencia de un pase militar que se extravió.