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Se está celebrando en Salamanca una nueva edición del simposio sobre Oncología con más solera de Castilla y León. Comenzó a hacerse en el año 2000, aunque a los pocos años tuvieron que cambiarle el nombre porque la especialidad había evolucionado de tal manera que la denominación del evento ya se había quedado desfasada. Desde hace 16 años se llama Bases Biológicas del Cáncer e Innovación Terapéutica. Es un título bastante prudente como para no verse obligados a tener que replantearlo a corto plazo.
La moraleja de todo esto es darse cuenta de lo muchísimo que ha cambiado cierto campo médico en cuestión de 15 años.
Lo explicaba el salmantino César Rodríguez -flamante presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica- de una forma bastante gráfica: «Ya no se tratan los tumores como antes, con tratamientos genéricos en los que era café para todos». Estamos hablando de que hace un par de décadas, el diagnóstico de cáncer no necesitaba demasiados 'apellidos': de colon, de mama, de páncreas…Había una especie de guía de tratamiento del cáncer con dos grandes conceptos -radioterapia y quimioterapia- que se aplicaban en la mayoría de los casos.
Se empezaba a hablar -recuerdan los especialistas salmantinos- de algunas moléculas que te ofrecían información relevante sobre las causas de ese tumor y orientaban levemente sobre qué tratamiento podría ser más eficaz. Hoy -y sobre todo mañana- el abordaje del cáncer es molecular hasta el punto de que importa más conocer la matrícula de la molécula que está generando el problema, por encima de si el tumor está en el pulmón o en la vejiga.
Creo que si a los oncólogos que ejercían en el año 2000 les dejaran ver por una bola de cristal el avance de la especialidad en pleno 2024 les parecería un capítulo de Black Mirror. El propio Juan Jesús Cruz reinterpreta las estadísticas que se manejan sobre qué porcentaje de pacientes oncológicos se 'curan' -sobreviven al cabo de unos años- hoy en día. Algunas estadísticas dicen que la mitad. Los salmantinos suben la cifra y apuntillan que los diagnosticados recientemente tienen un 60 % de posibilidades.
Todo esto es gracias a la evolución, pero no hablamos de darwinismo. Aquí no es la naturaleza la que hace que te crezca el cuello para llegar a comer las hojas de las ramas más altas. Aquí se evoluciona a base de estudio, investigación, trabajo e inversión. Y esta evolución llena de méritos nos puede hacer sentir especialmente orgullosos a los salmantinos.
Si habláramos de la evolución de la telefonía móvil, por ejemplo, diremos que parece mentira que en unos dispositivos tan pequeños quepan tantas funciones y hayan progresado tanto desde aquellos 'ladrillos' que utilizábamos a comienzos de siglo, pero en todo caso tendremos que estar agradecidos con los de Silicon Valley o con gente que nos queda muy lejos.
Los avances en la Oncología y la Hematología encuentran una buena propulsión en esa pequeña ciudad con dos catedrales, un puente romano y una Universidad histórica.
La investigación básica del Centro del Cáncer, los estudios del IBSAL, los grupos de investigación de la Universidad y el Hospital... Aquí se están firmando todos los años importantes hallazgos que ponen su granito de arena a que el cáncer se vea como algo muy diferente cada 15 o 20 años. En ese reto de lograr un 70 % de salvación a finales de esta década, Salamanca no ocupa una butaca en la platea, sino que está en el escenario. No me atrevo a decir si en pleno centro y bajo el cañón de luz, u orillados en un segundo plano, pero somos actores de esta historia.
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