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Opinión

Salamanca Rally

El habitual de estas rutas recibe por el mismo precio entrenamiento first class para competir en Indianápolis, Le Mans o Montecarlo

Martes, 6 de agosto 2024, 07:45

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La creencia popular de que un conductor ebrio se reconoce por su circulación haciendo eses queda contestada frontalmente por la singularidad del caso salmantino. Y es que quien se sitúe al volante en la A-62 (Autovía de Castilla) o la A-66 (Autovía Ruta de la Plata), en los tramos que recorren nuestra provincia, puede demostrar su sobriedad precisamente al contrario, con una trayectoria en zigzag que evidencia su pericia para esquivar baches, badenes y parches varios, en lugar de avanzar sin más en una cómoda línea recta que daría sustos a las ruedas, la amortiguación y los sufridos pasajeros. Se requiere una conducción más propia de un videojuego o simulador, que de dos importantes carreteras del Estado.

Son vías que soportan mucho tránsito, incluyendo vehículos pesados, entre otras cosas por suponer la única alternativa a la deficiente red ferroviaria, y a cuyo deterioro nunca se da una solución definitiva con inversiones suficientes para lograr un resultado duradero y corregir defectos manifestados ya hace años. Pero las obras eternas en período estival, que solo aspiran a un estético lavado de cara deslucido a los cuatro días, dejan patentes las cicatrices del firme, sobre todo en el carril derecho, recosidas al repulgo. Las grietas, disimuladas a base de ñapas, remiendos, emplastos, pegotes y apaños, se convierten en crónicas y sistemáticamente acaban aflorando socavones.

Nunca se ha sabido que a ningún político le desagradase inaugurar infraestructuras mientras corta una cinta ante las cámaras, lee un discurso en un atril y en ocasiones hasta se reviste con un casco y un chaleco reflectante, máximos exponentes del dominio técnico. Pero ¡ay!, a ningún gabinete se le ocurrió institucionalizar este tipo de ceremonias también para los trabajos de mantenimiento, que en ese caso otro gallo nos habría cantado. Invertir en proyectos pioneros abriendo brecha es lucido y atractivo, pero las partidas presupuestarias asignadas a la conservación son las cenicientas, con poco rendimiento electoral, por lo que la tentación es limpiar solo lo que ve la suegra, el tente mientras cobro, el pase de la patata caliente al siguiente y el que venga que arree.

Mientras tanto, el usuario no logra acostumbrarse a un firme habitualmente en mal estado, a las limitaciones de velocidad y la evitable sensación de riesgo e inseguridad. Aunque, bien pensado, tiene la ventaja de que el habitual de estas rutas recibe por el mismo precio entrenamiento first class para competir en Indianápolis, Le Mans o Montecarlo. Que no valoramos nada, hombre.

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