No es broma eh, la camisa que llevo puesta hoy tiene más de 18 años. Ya puede votar en las próximas elecciones. Ahora podría decir ... que ya no hacen las cosas como antes, que en mis tiempos se hacían las cosas para que duraran no como ahora, que ahora todo se hace para que dure nada y menos… Podría decirlo y, entonces estaría demostrando los años que ya tengo (y la semana que viene uno más), pero no, no quiero ponerme melancólico (ni pesado).
Porque sí, mi camisa tiene más de 18 años (igual hasta 25 eh) y está estupenda. Es mayor, pero está en plena forma, lustrosa, de muy buen ver. ¿Vamos a dejar de lado mi camisa porque tenga ya tantos años? Pues oye, yo creo que no.
Ojo, lo que sí puede pasar es que yo ya me haya cansado de mi camisa, que ya no me guste, que haya engordado y ya no me entre… Y entonces, cuando llegue ese momento, mi camisa y yo seguiremos por caminos diferentes, pero sé que ella seguirá siendo una gran camisa.
¿Y sabes? Me encantaría pensar que mi camisa encuentra otra persona con la que encaje y que la luzca con orgullo. Porque ella vale mucho eh. Y es que yo te hablo de mi camisa, pero a lo mejor tú estás pensando en tu gorra, tus pantalones, tu abrigo… Muchas cosas que están estupendas, pero ya no van contigo. Pues ahora resulta que gracias a la cooperativa de iniciativa social Porsiete, prendas que dejamos en los contenedores de ropa (ojo, la ropa no la dejes en otros no me seas cenutrio) las tienes a la venta para darles una segunda oportunidad. Claro, tienes las que están en plena forma, como mi camisa, las que están hechas un desastre no, esas no.
La tienda la han abierto en la Avenida de los Cedros y yo, la verdad, tengo curiosidad y ganas por pasarme. Por un lado, para ver si tienen algo que me guste y que se haya divorciado de su anterior dueño y darle una oportunidad para tener una relación preciosa juntos. Que los divorciados también merecen ser felices y volver a empezar.
Y por otro lado porque puede que llegue el momento en el que sea yo el que me separe de mi camisa. No hoy eh, mi camisa puede estar tranquila un tiempo, pero luego… Quién sabe.
Me chivan (vamos lo he leído en el periódico) que ya se han pasado por ahí algunos de nuestros representantes. Lo que no me gusta es que nuestro alcalde se quedara mirando una camiseta del Barça (al menos no la compró) … Al enemigo ni agua.
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