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DESDE MI BARRIO

Dudas existenciales

¿Cuándo podremos decir que estamos seguros utilizando nuestros dispositivos móviles?

Lunes, 18 de diciembre 2023, 05:30

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¿Está el mundo cambiando a la velocidad de Internet? Viendo las noticias día a día más pareciera que todo sigue igual: peleas callejeras en escenarios públicos, y no me refiero a las calles de la ciudad, donde su repunte entre jóvenes resulta alarmante, sino a escenarios de lo público; guerras irresolubles derivadas de egos y ansias irreprimibles de poder; desacuerdos en las grandes políticas, ya sea en la ONU, la Eurocámara o nuestro Parlamento, por supuesto, en las Cortes de Castilla y León; asuntos de importancia vital como la sanidad, la educación o la atención a nuestros mayores y enfermos crónicos, por resolver.

Y, por otro lado, el avance tecnológico, con sus más fervientes seguidores espoleándonos con frases como, «o te subes a la ola de la tecnología o te pasará como un tsunami», que dice mi buen amigo y compañero de profesión David García.

Tranquiliza saber que organismos internacionales como el Parlamento Europeo están trabajando para protegernos ante las inteligencias artificiales -no utilizo el singular, porque me parecen más múltiples que unitaria-. O que, en Salamanca, el AIR Institute haya comenzado un proyecto de investigación sobre ciberseguridad que promete avanzar en la mejora de esa protección. La cuestión sigue estando en los tiempos: ¿Cuándo podremos decir que estamos seguros utilizando nuestros dispositivos móviles? ¿Cómo podemos proteger a nuestras hijas e hijos del uso de Internet, sin sobrepasar su libertad personal, pero evitando que accedan a porno con once años o al juego online, falseando una identidad? ¿Cómo podremos hacer para que el exponencial crecimiento del phishing no ataque nuestras cuentas corrientes al abrir un enlace que realmente parece de tu banco o de la propia Hacienda Pública?

Una vez más, hemos de apoyarnos en la educación como base del conocimiento necesario con el que huir de la ignorancia atrevida. Nuestros jóvenes son cibernéticos y tienen que aprender a convivir con las máquinas. La capacidad de adicción de los programas ha sido ya denunciada por muchos de sus creadores. WhatsApp, sin ir más lejos, es uno de los ladrones del tiempo más soberbios jamás inventados -sería bueno analizar las veces que nos distrae en el trabajo o mientras realizamos tareas sin duda más importantes-. Ya hay estudios experimentales que hablan de situaciones de mono, esto es, psicosomáticas, cuando se desconecta a una persona del uso de su dispositivo móvil. Y, por si fuera poco, está demostrado que prohibiéndolos en los colegios desciende el bullying. Total, que el Ministerio de Educación ahora se plantea que la prohibición iniciada en algunas comunidades autónomas sea norma común.

Me pregunto: ¿prohibir, vigilar, anular, restringir? ¿Cuál será la solución ante el tsumani tecnológico? Contemos con que la mayor inteligencia siga siendo la humana.

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