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Y Dios en la de todos

Sin políticas pactadas, y nacionales, no podremos ir a Europa a conseguir las ayudas necesarias

Lunes, 3 de noviembre 2025, 05:30

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La palabra vivienda tiene su raíz etimológica en la latina vivĕre. Vida y vivienda están unidas por una razón superior: resulta imposible que, una sin ... la otra, puedan darse de una manera digna y fidedigna. Cualquier persona, por el simple hecho de serlo, tiene derecho a vivir con dignidad en un lugar donde hacerlo, algo que viene recogido en nuestra Constitución, por más que no se corresponda con la realidad. Una prueba fehaciente es el hecho de la enorme demanda, sin visos de encontrar respuesta, que recorre toda España, con algunos lugares donde la situación se agrava y que ahora se han dado en llamar «zonas tensionadas». Una ley reciente viene a maquillar, como algunas normas locales que tratan de hacer, pero sin la capacidad suficiente. Salamanca no está entre esas zonas. Igualmente, está sobrepasada en relación con el número de personas que pretenden cubrir sus expectativas de poseer un techo, sea en propiedad o en alquiler. El salto entre la demanda y la oferta, esto es, entre las necesidades y la respuesta que puede ofrecer el mercado no se corresponde. Por si fuera poco, la posibilidad de conseguir un piso en cualquiera de las modalidades no se ajusta a la realidad económica de la clase trabajadora, ni casi de la superior. Qué decir de los jóvenes que desearían independizarse. Incluso, los estudiantes que repueblan cada otoño las orillas del Tormes tienen más problemas para conseguir una simple habitación, llegando a pagar precios desorbitados en comparación con el espacio y el lugar.

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