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Opinión

Ricos y tiesos

Agosto ya no es lo que era. Aunque siempre quedarán las fiestas en los pueblos donde los ricos y los tiesos conviven en igualdad de condiciones

Viernes, 16 de agosto 2024, 05:30

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Uno ya no sabe si irse de vacaciones en agosto es de ricos o de tiesos. Algunas ciudades se vacían y otras se abarrotan de gente, es imposible encontrar mesa para cenar, te peleas con el de al lado para que te deje un centímetro más de arena en la playa y pagas tres veces más por el mismo hotel que te costaría un tercio en el mes de marzo. Pero los españoles somos así, un poco masoquistas. Porque si no te vas en agosto de vacaciones pareces el tieso del barrio. Que no te vas porque no puedes, porque no has pedido este año el microcrédito de tres mil euros para disfrutar de unas vacaciones por encima de tus posibilidades y que vas a tener que pagar, también por tres, durante todo el año para devolver el microcrédito. Si no eres rico hay que hacérselo. O eres un tieso y dices que prefieres irte en junio o en septiembre que hay menos gente cuando la realidad es que es temporada media. La temporada baja ya no existe.

Y luego están los ricos a los que las vacaciones les duran, a juzgar por las historias que suben a Instagram, unos tres meses. No tienen problemas con los hoteles caros porque tienen una casa, en primera línea de playa, en cualquier lugar paradisíaco de Cantabria o de Cádiz. Y si no tienen ellos la casa, la tiene algún buen amigo que los invita. Casa y barco, aunque lo de navegar ya se ha popularizado tanto que hasta un periodista puede también disfrutar de un paseo de cala en cala, como un rico. Agosto ya no es lo que era. Aunque siempre quedarán las fiestas en los pueblos donde los ricos y los tiesos conviven en igualdad de condiciones, disfrutan de la misma orquesta sin descanso, de los grandes éxitos, y de 'la fresca' que te obliga a ponerte esa chaqueta por las noches. Ahí todos somos igual de adinerados.

Después unas líneas de broma y risas nos ponemos serios. Y es que en agosto tampoco descansan los maltratadores. Estremecen las fotografías con las marcas de la joven secuestrada durante un mes en El Carmen. Un chaval, de 29 años, al parecer con la complicidad de su madre, es capaz de tener a su pareja peor que a un perro. A un perro de los de antes, claro, ahora hay perros a los que se les trata mejor que a los abuelos. Estremecen esas marcas en el ojo, los moratones por todo el cuerpo, el pelo cortado a trasquilones y esas marcas en manos y tobillos como prueba de la falta de libertad a la que ha estado sometida. Parece increíble que convivamos en la misma sociedad con estos seres inhumanos, con esta basura social.

Pero agosto también será el mes en el que, por fin, se pudo inaugurar la estatua en recuerdo al torero Víctor Barrio, ocho años después de su muerte en la plaza de toros de Teruel. El próximo día 23 tenemos una cita en una curva emblemática del recorrido del encierro de la localidad segoviana de Sepúlveda, porque Víctor Barrio era eso, era pueblo, encierro, fiestas… estaba siempre presente en sus calles, con su gente y entre los más pequeños. Por eso una estatua, creada por el maestro cantero Juan Emilio Cristóbal, recordará su figura y ayudará a perpetuar su memoria entre los miles de turistas que también visitan Sepúlveda. Unos huyen y otros jamás escapan de sus principios, pagando incluso con su propia vida. Son maneras de ser, formas de pasar por la historia.

Porque este agosto quedará ya marcado como el mes en el que un fugado de la justicia nos toreó a todos. Anunció su visita, cruzó la frontera, se plantó en Barcelona un par de días, sin prisas, anunció con fecha y hora un mitin, lo dio, se bajó del escenario y se esfumó. Como por arte de magia. Como el mejor truco de escapismo. Hay que quitarse el sombrero porque es muy difícil que le hubiera salido mejor. Aunque para ser justos hay que dar la enhorabuena también a todos los cómplices que tuvo alrededor para que todo saliera como estaba planeado. Para que ni un Policía Nacional, ni un Guardia Civil tuvieran la posibilidad de arrestarlo, para que nadie lo parara al pasar por la frontera con Francia, para que a nadie se le ocurriese pensar que a un prófugo de la justicia no le iba a apetecer, así como así, entregarse en cuerpo y alma al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que lo lleva requiriendo seis años, para que lo mandase a la cárcel. Como digo, son maneras de ser, los hay valientes y otros son demasiado cobardes.

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