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Estamos a las puertas de la época de los melones y las sandías. El verano es el momento ideal para comerte un buen melón, maduro, fresco y dulce. O una sandía bien roja, llena de agua y muy refrescante. No tienen muchos nutrientes pero sacian, ... llenan el estómago y no engordan. Son muy útiles en dietas de adelgazamiento.
Ahora estamos con los melones. Es la nueva vuelta de tuerca de un alto cargo del gobierno de Díaz Ayuso, el director general de Economía de la Comunidad de Madrid, que en realidad dejó por escrito la palabra «cabrones», refiriéndose a Óscar Puente y otros ministros que se sentaron en la mesa de la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Y cuando le han afeado las palabras ha recurrido a la fruta. Es la nueva versión del «me gusta la fruta» de la presidenta madrileña que ya ha convertido en himno.
Aquello me pareció locuaz, rápido, ingenioso. La habían pillado pero consiguieron resolver con perspicacia una crisis en la que se pudo meter al leerse perfectamente sus labios dejando escapar un pensamiento impuro hacia Pedro Sánchez. Pero hay que tener un par de «melocotones» para volver a intentar tomar el pelo así a todo el mundo. Porque esta vez parecía estar hecho con premeditación y alevosía. Y eso está feo. En esta ocasión se ha forzado la máquina y los insultos ya pierden la gracia.
Es cierto que era un «choque de trenes», en su máxima expresión. Era un ataque a Puente por el abandono al que tiene sometidas las vías ferroviarias. No solo las del Cercanías madrileño, también la media distancia salmantina. Pero seguimos confiando en que en algún momento volverá a recuperarse el buen nivel político. Un cierto nivel que represente a los ciudadanos más formados, más educados y de mejor talante. Y no a los peor hablados, más violentos y sin ciertos estándares, mínimos, para la convivencia.
Pero estando el ministro Óscar Puente por medio es difícil alcanzar cierto nivel. Suben los decibelios de la mala educación, del barriobajerismo. El cara a cara se convierte en una pelea de barro, sin reglas ni respeto. Un nivel que, por mucho que intenten hacer la gracia con los melones, preocupa.
Preocupa que un ministro acuse de drogadicto a un presidente nacional. Las palabras de Puente volaron desde Salamanca hasta Buenos Aires, unos diez mil kilómetros. Insinuaba que Javier Millei, presidente de Argentina, tomaba sustancias, y no se refería precisamente a productos hortofrutícolas. Lo que le hacía falta al argentino que tiene pinta de ser de mecha corta. Tardó bien poco en darle un toque a Pedro Sánchez y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, le recordó que se preocupe de sus problemas internos en referencia a las acusaciones de un posible conflicto de intereses de Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno.
No he conocido un ministro que esté tan orgulloso de su escasa educación y de su capacidad de meter la pata cada vez que se pronuncia en redes sociales. Y además abriendo un «melón» que ha derivado en un principio de conflicto diplomático con un país hermano. Aunque ahora el ministro de Derechos Sociales, del que les voy a recordar el nombre porque seguro que ni saben quien es -Pablo Bustinduy- quiere recopilar también titulares con su cara y manda una carta a las empresas para que no inviertan en Israel. El género epistolar está volviendo a coger fuerza con este gobierno. Un nuevo lío que ni los ministros de Exteriores ni de Economía sabían. Por cierto, el ministro de Economía, el 'Calviño' de ahora, se llama Carlos Cuerpo. De nada.
¿Se acuerdan de aquellos funcionarios del ministerio de Transportes a los que Puente adjudicó la extraordinaria labor de recopilar los insultos que se proferían al amado ministro? Tendrán que seguir añadiendo referencias de otros medios internacionales, insultos allende nuestras fronteras. Espero que sigan cobrando por dedicarse a ello, a tan ardua labor en beneficio de todos los españoles.
Puente contra todos, oposición, periodistas, jueces, líderes internacionales… Será bonito ver la llegada de Javier Milei el próximo 18 de mayo a Madrid. El espectáculo está servicio. Ojalá un cara a cara Puente-Milei tirándose tomates a la cara. Tomatina política. Mucho mejor que los ingeniosos símiles afrutados. Y no sé si saben que estamos un poco hasta el níspero.
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