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«España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido». Qué razón tenía el político alemán Otto von Bismarck, pero se quedaría sorprendido que, pese a nuestros intentos de descomponer nuestra nación, no solo no lo hemos conseguido y es que incluso hemos avanzado algo. Sí, la sociedad española evoluciona, de un modo parsimonioso, pero evoluciona.
Para muestra un botón. El otro día la selección española de fútbol femenino, así como el que no quiere la cosa, se llevaba el mundial y el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, culminaba una serie de despropósitos machistas, barriobajeros y ordinarios besando en los labios a la jugadora Jenni Hermoso. Pues mayoría absoluta en España de los que nos dio un asco tremendo ver esa y otras escenas de este personaje perdiendo los papeles. Cuidado, que analizando con detalle todo, no sé si me indigestó más cuando se llevó las manos a sus partes en el palco al lado de la reina y la infanta o lo del piquito a Jenni Hermoso.
Esta unanimidad en la repulsa tiene un mérito terrible y es que no hay que olvidar que los que nacimos en 1983 crecimos viendo las 'mamachicho', a Jesús Gil en un programa de televisión con chicas en bikini en su jacuzzi y preguntábamos a las primeras chicas que tuvimos como compañeras en clase que de qué planeta venían. Eran tiempos muy locos aquellos años 90…
En lo que no avanzamos es en las dimisiones. En el mundo nórdico si un concejal, ministro o presidente de una comunidad de vecinos quita el USB del ordenador sin seguridad tiene que dimitir, mientras que aquí Rubiales monta un bochorno mundial como ese tío lejano que se emborracha en las bodas y quiere bailar con las jóvenes y no se va. Aquí en España no dimite nadie, aquí se desaloja.
En otro tiempo, la actitud de Rubiales hubiera sido defendida o excusada por algunos sectores, pero aquellas épocas ya pasaron y, por suerte, la sociedad española ya no es tan troglodita. Los que repudiamos esas actitudes tendríamos casi todos los escaños de la cámara y no habría que pactar con ningún indeseable. Casi igual que ahora.
Evidentemente, queda mucho camino por recorrer en desigualdades de género, pero los avances también hay que tenerlos en cuenta y no es una derrota decir que el machismo está en retroceso y las pruebas son los casos Rubiales de la vida que se afrontan con una repulsa nacional clara y concisa.
Además, el caso Rubiales también nos ha sacado a relucir un espécimen muy patrio como es el pelota sin escrúpulos. Lo de los seleccionadores Jorge Vilda y Luis de la Fuente aplaudiendo rompiéndose las manos a Rubiales para después a las pocas horas sacar un comunicado contra él es de traca. Está en el podio de repugnancia junto al manoseo testicular y al beso en la boca a Jenni. Si esta tormenta finaliza bien y la Federación acaba teniendo otro presidente medianamente decente estos dos seres deberían salir de sus respectivos banquillos.
Lo que más me ha gustado es que la sociedad española condena estos hechos y no han tenido que venir las adalides del feminismo a enseñarnos qué está bien y qué no. De todos modos, no se hagan mucho caso del que firma aquí, que es de los que piropea, miente a las mujeres diciéndolas que aparentan menos años que los que tienen, deja pasar siempre primero a las damas, pide matrimonio con la rodilla en el suelo y paga siempre en las primeras citas. Vamos, un heteropatriarcal de manual, según algunas listas. Pese a ser así, solo pido una cosa y es que alguien desaloje al trasnochado de Rubiales de su caverna.
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