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Estocada al esfuerzo

Lunes, 2 de agosto 2021, 05:00

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En este país cada día se da un nuevo paso hacia el desprecio del esfuerzo y del mérito. Nos encaminamos a una dictadura de los mediocres que, por ejemplo, ya está presente en una parte de la clase política dirigente, en la Administración pública e incluso en la empresa privada. Es algo que por desgracia se va a acrecentar en los próximos años a tenor de las torpes decisiones que se están tomando en ámbitos como el de la educación. El mensaje es muy claro: el esfuerzo tiene el mismo premio que la vagancia más supina. Es más, corren malos tiempos para los que tienen ideas propias y espíritu crítico y los vientos soplan a favor de los serviles que se pliegan al poder, no molestan y agachan la cabeza. Así de triste.

No debería sorprendernos este pernicioso cambio si escuchamos declaraciones vergonzantes como las que vomitan personajes como la presidenta del Consejo Escolar del Estado. Encarna Cuenca defendió la pasada semana en una entrevista en ‘El Mundo’ que los alumnos avancen de curso con suspensos para que no sean estigmatizados. En un país serio esta señora estaría automáticamente en la calle después de soltar por su boca semejante parida y quedarse tan pancha. Recuerdo en mi época de colegio en Pedrosillo el Ralo que algunos compañeros repitieron dos y hasta tres veces porque la calidad de la enseñanza por entonces en ese centro rural era impecable. No se les estigmatizó. Algunos espabilaron y hoy tienen su carrera universitaria. Otros se pusieron a trabajar finalizada esa etapa y no les va tampoco nada mal. Ni traumas, ni estigmatizaciones. Solo se premiaba a quien se esforzaba por sacar adelante las asignaturas. Nada más. Acabar con ese principio es desmantelar los pilares sobre los que se sostiene cualquiera sistema educativo. Es igualarnos por abajo. Es montar a todo un país en un tren para que circule por una vía muerta en la que, tarde o temprano, se acabará estampando.

Es curioso que este tipo de políticas las fomente la izquierda con la excusa de no perjudicar a los alumnos con menos recursos. Estamos ante otra gran mentira del discurso ‘progre’. Favorecer los suspensos significará un lastre para aquellos jóvenes que no se puedan pagar clases particulares de refuerzo y que se toparán contra un muro cuando se presenten a la EBAU y quieran acceder a la universidad.

Otro ataque al valor del esfuerzo ha venido con la chapuza que prepara el Gobierno para intentar solucionar una todavía mayor. Europa nos ha dicho que no podemos tener tantos interinos y que es fundamental acabar con el carácter temporal del empleo público. En lugar de buscar una solución coherente y lógica, las mentes pensantes del Ejecutivo social-comunista han planteado que los interinos que lleven en el mismo puesto diez años o más se conviertan automáticamente en indefinidos. Sin pasar por una oposición y sin que se haya convocado su plaza. La injusticia de su situación no faculta a cometer una ilegalidad como la copa de un pino.

Soy de los que piensa que una oposición no tendría que ser sinónimo de un trabajo asegurado de por vida ya que deberían intervenir otros criterios como el rendimiento y la productividad. Pero lo que clama al cielo es que, de la noche a la mañana, se pretenda entregar una serie de golosas plazas fijas con un método más que cuestionable. ¿Qué pensarán todos aquellos que han estudiado durante años una oposición sacrificando horas de sueño, de ocio y de pasar tiempo con la familia? ¿Por qué se premia al interino que lleva diez años y no al que lleva nueve, por ejemplo? La medida es un sinsentido que trata de enmendar una torpeza con otra mayor. A este paso que concedan aprobados a diestro y siniestro como ocurrió en los colegios, institutos y algunas universidades el pasado año y así demos definitivamente la estocada de muerte al esfuerzo.

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