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No hay día que no me desayune con una estadística que sitúa a nuestra atención sanitaria en tal nivel, la pérdida de poder adquisitivo en este y las pensiones en aquel. Son trazos que se dan para hacer un retrato del tiempo que vivimos, unas veces con brocha de pintor y otras con el delicado pincel de un artista al óleo. Hay quien se las cree y quien desconfía de ellas. Mark Twain decía que estaban las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Ahí queda. El caso es que vivimos bajo el imperio de la estadística sin que la Feria o las Fiestas que vienen nos alivien de su presión, igual que en octubre viviremos bajo la presión de otro imperio: el de la Guerra de las Galaxias (Star Wars). La estadística televisiva asegura que 1,8 millones de personas nos sentamos ante el televisor la otra noche para la reaparición de Pepa Flores, de niña Marisol, lo que no tuvo lugar. Nos quedamos sin verla y supimos de ella, de su nueva vida, por intermediarios. No se nos contó nada nuevo que no hayamos leído en los libros de José Aguilar, Miguel Losada y Luis García Gil dedicados al mito, o hubiésemos leído en revistas, así que fue una decepción. Pero la televisión es así. Aquí, en Salamanca, el que estuvo cerca de la niña fue Austregisilio Lorenzo, mayoral, que enseñó a la actriz en 1967 a simular conocimientos de tauromaquia para la película “Solos los dos”, que rodó con Palomo Linares. Pero esto ya es otra historia. Seguramente, la estadística asegure que un cien por cien de espectadores quedaron contrariados.

Agosto casi echa el telón en este viernes que a algunos nos recuerda que fue un 30 de agosto cuando se nos fueron Vicente Marco, fundador de Carrusel Deportivo, y Manuel Martín Ferrand, uno de los dioses del olimpo periodístico nacional. Un viernes de preparativos feriales con esos caseríos de casetas feriales que irán levantándose en plazas y calles para edificar la Feria de Día. Estamos a menos de una semana para su apertura. Lo mismo que para Salamaq, en otro tiempo “agropecuaria” y en otro, aún más remoto, la “monográfica”. Feria que ha estado de acá para allá desde los tiempos de Enrique IV. Iremos viendo cómo se alzan los “caballitos”, o sea, el recinto de atracciones feriales en La Aldehuela, que también tuvo su sede en otros lugares, tan sorprendentes para algunos como la Gran Vía, la Avenida de Portugal, Carretera de Ledesma y (¡ohhh!) calle del Prior. En fin, que la ciudad se va a ir transformando en los próximos días.

En este cierre de mes, ha caído en mis manos “Moroloco”, de Luis Esteban, nuestro comisario jefe. Tiene dos libros anteriores, “El inspector que ordeñaba vacas” y “La vida contra las cuerdas”, y en este se adentra en el mundo narco de Gibraltar, un espacio que conoce bien por su puesto de comisario en Algeciras. Preguntarle si la novela tiene algo de autobiográfica, quizá no sea necesario. Ya tengo frases subrayadas: “El bisnes del hachís es mucho más complicado de lo que se dice por ahí. La gente ve en televisión documentales que airean la vida lujosa de los traficantes, pero nadie explica las contraprestaciones”. El hachís de la novela se consume aquí en edad cada vez más temprana –por debajo de los quince años—y va en aumento al igual que la eficacia policial en su incautación. Lo dicen las estadísticas. Es una guerra con su espionaje, contraespionaje, con sus ejércitos, armas, tácticas y estrategias. Está todo en la novela y las estadísticas.

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