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La entrevista a Irene Montero en Vanity Fair es de esas que entran por derecho en la categoría irónica de deliciosas. Es de las de releer pero porque no das crédito. Por ejemplo, cuando cuenta algo tan antiguo como que “mi suegra, que es abogada sindicalista, siempre nos explica que tiene la responsabilidad de ir tan bien vestida o más que los abogados de la patronal” . Lástima que este pensamiento, el de ir bien vestido aún siendo ‘progre’, no calara en Pablo. También es delicioso cuando asegura Irene que “el acceso a la belleza es un derecho” porque de esto a que su Ministerio de Igualdad nos regale un vale para la peluquería hay un paso.

Cuenta que sus hijos, los de Pablo y ella, comen con las manos (se entiende que sin cubiertos) e incluso confiesa, muy ceremoniosa, que delante de ellos no hablan del acoso. A Irene parece olvidársele que tienen solo 1 y 2 años, también cuando asegura que cada mañana los gemelos eligen la camiseta que se pondrán ese día.

Estupideces aparte, en la entrevista hay una respuesta preocupante. Dice Irene: “Yo soy de empollar los temas pero a la hora de ejecutarlos, él (Pablo) mantiene la calma, es más capaz de llevarlo todo hasta el final”.

Pablo Iglesias hace 7 días fijó como objetivo primordial de Podemos acabar con la Monarquía en España y ha encontrado dos aliados perfectos: Bildu y los independentistas catalanes. La formación de Otegui, por ejemplo, se lo pasó a lo grande en julio cuando para recibir al Rey en Bilbao forró la ciudad con imágenes de Franco y Felipe VI. “Nosotros somos republicanos y lo importante es cambiar el régimen”, dijo Otegui. También ERC lleva meses como un martillo pilón pidiendo la abdicación de Felipe VI.

En Podemos, Bildu y ERC se apoya Pedro Sánchez para seguir en el poder. Les necesita, porque prefiere su compañía a la del PP, y se siente cómodo con ellos hablando de la Monarquía porque también el presidente ha reconocido abiertamente ser republicano. “Pero no solo por ser secretario general del partido -dijo ya en Onda Cero en 2017-: vengo de una tradición republicana”.

Irene Montero se refería a Pablo con esa inquietante frase de “(...) mantiene la calma, es más capaz de llevarlo todo hasta el final” se ajusta también a la perfección al presidente del Gobierno.

Eso explica que mientras estamos angustiados por las cifras del covid, Pedro Sánchez siga a lo suyo, que es aprobar los presupuestos a costa de todo con tal de seguir en el poder. Sabíamos que era capaz de pactar con el diablo, pero ahora también que está dispuesto a servirles en bandeja la cabeza del Rey. Nunca la Monarquía había sido tan humillada porque aunque todos los expresidentes pactaron con los catalanes, ninguno cruzó la raya que acaba de traspasar Sánchez confinando al Rey para sus intereses personales, utilizándole como un cromo y tratándonos a los ciudadanos como a tontos, una vez más. Ahora, aludiendo a razones de seguridad para censurar la presencia de Felipe VI en la entrega de despachos a los nuevos jueces.

Iceta lo ha dicho muy claro: la presencia del Rey no agrada a los independentistas. Traducido: Solo volverá a Cataluña cuando no esté en juego el Gobierno de Sánchez. Al Presidente sólo le queda ya contactar con el concejal de Valencia para que le cuente cómo simuló saber inglés mientras le doblaba otra persona, porque solo le falta ponerle la mascarilla al Rey y hablar por él.

Y es lo de la Monarquía, pero también lo de la Fiscalía o el doloroso pésame por el etarra... porque Sánchez antepone su pacto a todo, incluso al covid o a que salgamos del pozo económico. Su prioridad es entregarse a ERC, Bildu y Podemos y encima contarnos que les une el amor a España.

Papá y mamá son Pedro y Pablo y nosotros los niños a los que, como al Rey, nos cuentan que protegen, cuando la realidad es que nos engañan y ningunean. Nos entretienen con El Valle de los Caídos o leyendo a Irene Montero mientras ellos, capaces “de llevarlo todo hasta el final”, trabajan en construirnos una nueva casa sin rey ni la palabra España en la puerta.

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