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Se ha confirmado como el mayor caso de corrupción en la historia de España, pero no tiene nada que ver con el PSOE. Por cantidad defraudada, 680 millones de euros, (113.000 millones de pesetas), el caso de los ERE le da veinte vueltas a la Gürtel (30 millones), pero mientras éste escándalo todos sabemos que estaba protagonizado por antiguos dirigentes del PP, el otro ha quedado muy claro que no implica a antiguos prebostes del PSOE. Los fondos para los parados que se usaban para comprar votos, asar vacas y apagar ánimos libidinosos han provocado la condena de dos expresidentes de Andalucía, ambos presidentes del PSOE a nivel nacional, ambos exministros socialistas y uno de ellos exvicepresidente del Gobierno; de nueve exconsejeros socialistas, entre ellos una ministra entre las más torpes del muy torpe Rodríguez Zapatero, amén de seis ex directores generales con carné del Partido Socialista (no confundir, por favor, con el PSOE), pero si esta cuadrilla de chorizos hubiera sido realmente socialista, nunca hubiera incurrido en el error de robarle esa millonada, que en billetes de cincuenta euros no cabe en dos camiones de los grandes, al proletariado más necesitado de una de las regiones con más paro de Europa. Eso es impensable, es imposible y nunca ha ocurrido.

Una formación de izquierdas, progresista y genuinamente democrática, no montaría toda una estructura mafiosa para acarrear paladas y paladas de billetes a los bolsillos de militantes del PSOE, con el único fin de mejorar su nivel de vida y amarrar sus votos y los de sus allegados en cuantas elecciones se han celebrado en las últimas décadas. Para eso, señores, ya se montó el PER, y por tanto el PSOE nunca caería en tan burda redundancia.

No es porque lo haya dicho José Luis Ábalos, fuente de sabiduría de cuya boca jamás salió una mentira, sino porque lo ha corroborado con su inteligente, casi audaz silencio, el presidente en funciones del Gobierno de la nación: “Esto son ganas de enmierdar por parte del PP y la sentencia, como todo el caso desde su origen, no tiene relación alguna con nosotros”. Si Pedro Sánchez contesta con un “Buenos días” a los periodistas que le preguntan por Chaves y Griñán, cuya inocencia defendió en su día poniendo la mano en el fuego, es por educación. De lo contrario ya habría mandado a los plumillas a Génova 13, a preguntarle a Casado por estos delincuentes andaluces a los que ni siquiera conocen en Ferraz, y que han podido militar en el PP, en Ciudadanos, incluso en Vox... pero ¿en el PSOE? Nunca.

Por eso el PSOE de Sánchez no puede aplicarle a Sánchez la misma vara de medir que Sánchez le aplicó a Rajoy con motivo de la Gürtel, como pedía el pasado martes el diputado por Salamanca Bermúdez de Castro (PP). Otro diputado salmantino, Pablos (PSOE), daba la clave: “Cualquier parecido de esta sentencia con la de la Gürtel es casualidad”. Muy cierto: en Andalucía han volado veinte veces más fondos públicos y no se ha cogido dinero de los constructores sino de los desempleados. ¡Dónde va usted a comparar!

Además, recordemos que la moción de censura de Sánchez con los comunistas, proetarras y golpistas se basó en una frase del fallo de la Gürtel introducida de forma innecesaria e injustificada por un juez al que luego desautorizó la Audiencia Nacional. ¿Quién dice que la sentencia de los ERE no sea toda ella una morcilla de la Audiencia de Sevilla, que podría ser desmontada por instancias superiores tras los preceptivos recursos? ¿Y si se demostrase que el PSOE no solo no se benefició a título lucrativo sino que fue perjudicado por esos 680 millones invertidos en comprar voluntades y asentar el voto legal y democrático al único partido de verdad democrático y legal, debido a que los perceptores de esas paletadas de dinero luego se echaban a la bartola y ni siquiera eran capaces de arrastrar a sus familiares y amigos hasta las urnas, como ocurrió en las últimas, bochornosas y espeluznantes elecciones autonómicas andaluzas?

Vamos, que ni fue el PSOE, ni se benefició el PSOE. Ni siquiera existe el PSOE. Es el partido de Sánchez, y punto.

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