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Y ahora se prohíbe fumar en la calle. Lo dijo Feijóo, al parecer también antes Igea -pero se enteró él y pocos más porque aquí se fumaba en las terrazas- y ahora lo hace suyo Illa y con el ministro, el conjunto de España. Gracias en parte al carácter conciliador de Illa volvemos a ser un país que camina unido en la destrucción del virus aunque desconocemos si la dirección es la correcta y también si se adopta por el COVID: ni los supuestos grandes expertos se aclaran sobre si dejar de fumar será un avance o simplemente es la excusa perfecta para tomar la medida que reduzca gastos sanitarios. De momento suena a dinero. El que van a ganar unos, las administraciones, y el que van a perder otros, y con no fumadores felices porque por fin se tome esta decisión aunque no sé sepa a qué responde.

Las diferencias de criterios sobre la eficacia de esta medida frente al COVID son tan grandes que la Sociedad Española de Neumología defiende que al fumar se expulsan diminutas gotas respiratorias que pueden contener carga viral. Y otros, como Fernando Simón, directamente no se lo creen o, al menos eso decía en mayo. Según la mano derecha de Illa, el COVID se contagia no por esas gotas que quedan en el aire, sino por el contacto con gotas más gruesas que caen al suelo. Total, que Illa lo ha podido prohibir siguiendo más bien el consejo de la OMS, que advertía que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves en caso de padecer COVID. Y quedará la duda de si, como decía otro estudio, la nicotina, por sus propiedades antiinflamatorias, ayuda frente al COVID, un virus que está visto que combatimos con palos de ciego.

La historia es que con distintas teorías y fuentes de inspiración, comunidades y Gobierno han llegado a la misma conclusión, la de prohibir fumar en la vía pública y la de aplicar otras 10 restricciones. Éramos el país que más prohibía durante el estado de alarma y nos consolidamos en el puesto ahora que las comunidades tienen el poder, porque la limitación de movimientos que acaba en el confinamiento sigue siendo la herramienta más eficaz que encuentran cuando la transmisión del virus es comunitaria.

Distancia social y encierro forman parte de la columna vertebral de medidas en una demostración de que aplicamos frente al virus las misma receta que con la gripe de 1918, a pesar de los enormes avances científicos. Pero pese a ser líderes en restricciones, no nos luce porque España también lo es en incidencia acumulada de contagios y en caída del PIB.

A pesar de esto, el Gobierno no se plantea, como sí hacen otros países en mejores condiciones sanitarias, realizar test a demanda y, sobre todo, hacer o exigir pruebas a viajeros que vengan de zonas de riesgo o incluso se desplacen desde comunidades problemáticas. Aquí, entre el dinero que supondría esa medida y el miedo a acabar con el turismo, el tema es tabú.

Los test masivos se plantean como ineficaces cuando justifican las administraciones su no utilización, pero son los que curiosamente aplican las comunidades cuando la transmisión del virus es incontrolable o cuando quieren proteger a colectivos vulnerables como el de residencias o colegios, donde en Castilla y León se harán pruebas a los profesores. Da la sensación de que el problema está más en el dinero que en la eficacia, igual que Simón desaconsejaba el uso de las mascarillas cuando no había.

También manda el dinero en la apertura de colegios. No es creíble que las comunidades suspiren porque Celaá, ministra ineficaz por excelencia, les dé pautas de actuación y menos a una comunidad líder en Educación como es Castilla y León y cuando el Ministerio no tiene fuerza ni para unificar el temario de las 17 comunidades. El eufemismo de petición de un protocolo común para abrir colegios se traduce en que el Ministerio ponga dinero encima de la mesa para que cada comunidad pueda pagar las medidas que estime y abra colegios sobre unas bases mínimas que no dejen descolgada a ninguna comunidad.

Hasta que no haya vacuna nuestras libertades y derechos irán ligados a nuestra situación económica, que lamentablemente es mala. Sin dinero, que nos quedemos en casa es la mejor arma frente al virus. Poderoso caballero...

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