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A la coordinadora de Ciudadanos, Gemma Villarroel, se le vio el plumero el pasado martes en Salamanca. Casi sin querer, asomó la patita y vimos la piel de lobo bajo la capa de blanca harina. Sus declaraciones cuando pisaba suelo charro sonaron como un cañonazo en medio de la falsa tregua entre Cs y PP de Castilla y León. Tiró la piedra y enseguida intentó corregir el tiro, pero ya era demasiado tarde, porque el destrozo ya estaba hecho.

Mientras sus compañeros de fatigas y de partido llevan semanas esforzándose por dejar a Alfonso Fernández Mañueco sin argumentos para convocar elecciones, Villarroel, en un ataque de involuntaria sinceridad, lanzó la bomba: que Ciudadanos está abierto a negociar con el PSOE igual que con el PP. Vamos, lo mismo que decía el ahora vicepresidente Francisco Igea antes y después de las últimas elecciones autonómicas, aunque el médico siempre se declaró más atraído por la rosa que por la gaviota (perdón, charrán)... todo eso antes del abrazo con Mañueco, claro.

Esa disposición a negociar de la coordinadora regional sirve de antecedente y aviso a navegantes ante la posible segunda moción de censura por parte de Luis Tudanca en marzo de 2022. Si Mañueco andaba escaso de argumentos para anticipar las elecciones y evitar la moción, Villarroel se los ha puesto en bandeja.

La coordinadora regional de los naranjas debió de darse cuenta de su error, o alguien la llamó para avisarle, o le pegaron cuatro gritos por teléfono desde la Vicepresidencia de la Junta o desde el Grupo Parlamentario, y al poco tiempo lanzó un tuit asegurando que los de Ciudadanos de Castilla y León “nunca apoyarán una moción de censura del PSOE”. Demasiado tarde.

Tras sus primeras palabras, cualquiera está en su derecho de dudar de la lealtad y la fiabilidad de los altos cargos naranjas. Sus responsables regionales también pusieron la mano en el fuego por los doce procuradores de la formación y al final una tránsfuga se unió a Tudanca en la primera moción. ¿Quién puede asegurar que no habría otro desertor o desertora en marzo? En un partido en descomposición como es Cs suele imponerse el sálvese quien pueda y el último que cierre. Demasiado riesgo para Mañueco.

En una situación así se producen contradicciones como la del martes, cuando la coordinadora regional decía una cosa y su compañero de filas, el procurador salmantino David Castaño, aseguraba todo lo contrario. Si Villarroel se declaraba abierta a negociar con los socialistas, el parlamentario salmantino aseguraba que prefería rociarse con napalm antes que pactar con Tudanca. Eso sí son declaraciones claras y contundentes.

Cada día que pasa huele más a elecciones en Castilla y León. Se multiplican los actos de propaganda de quienes dominan las instituciones y los partidos se rearman moral e ideológicamente.

Eso sí, algunos lo de la moral se la exigen a otros y no se la aplican cuando la vergüenza afecta a sus correligionarios. Ahí tenemos el caso del PSOE y su bochornosa manga ancha con alcalde de Almazán. A Jesús Cedazo le pillaron ebrio tras despeñarse cien metros con su coche y le han quitado ocho meses el carné tras sentencia firme. Si hubiera sido un alto cargo del PP (no es un alcalde cualquiera: Almazán tiene más de cinco mil habitantes) ya habría sido lapidado en la plaza pública, Tudanca y sus compañeros habrían pedido a gritos su dimisión, y la dirección popular le habría empujado a cesar en sus cargos, como hizo en su día con la ex vicepresidenta de la Junta, Rosa Valdeón, o con el ex concejal del Ayuntamiento de Salamanca, Daniel Llanos. Pero no. Cedazo se ha dado de baja como afiliado pero sigue de alcalde. Se ve que Soria es un desierto moral para el PSOE.

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