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Bienvenido Mena dimitió. Hizo bien. Cometió un error, aunque fuera hace 19 años, y por honestidad no podía seguir siendo director general de Innovación de la Junta.

Fernando Pablos también estuvo en su papel. El procurador salmantino, hábil, tiró de memoria y denunció un plagio que ya dio a conocer hace unos años y que entonces pasó sin pena ni gloria porque eran tiempos en los que el copia-pega se saldaba con una simple disculpa. Pablos supo leer el momento actual y desenterró papeles para cobrarse la pieza en su segunda oportunidad: cumplía a la perfección el papel de político en la oposición.

Una vez hecha pública la denuncia, el PP de Castilla y León y la Junta de Castilla y León no podían hacer nada para sostener a Bienvenido Mena porque ellos mismos habían pedido dimisiones por plagio en otros casos. Aplaudieron que el ya exdirector general de Innovación siguiera el camino marcado por políticos de casi todos los países de Europa y que no es otro que el de dimitir por estos hechos. Así Angela Merkel perdió a dos de sus ministros, al de Defensa y a la de Educación, aunque la diferencia está en que los dos alemanes se sirvieron del plagio para obtener títulos académicos y, en cambio, a Bienvenido Mena el trabajo que publicó en un portal de artículos académicos no le reportó ni proyección académica.

Hasta aquí todo entra dentro de una situación lógica que se produce en política: un partido denuncia por un hecho que considera deleznable y el acusado asume la culpa y renuncia, para regocijo de quien desde la oposición ha logrado la caída de un alto cargo.

El problema surge cuando ese partido, el PSOE de Castilla y León denuncia y pone énfasis por la gravedad, que sin duda la tiene, de una situación que en cambio ha llegado a normalizarse en su partido a nivel nacional. Pide la dimisión de un director general cuando, a la vez, tiene la desfachatez de no pronunciarse ante situaciones de mayor gravedad, como son el plagio cometido en su tesis por el presidente en funciones, Pedro Sánchez, o por el presidente del Senado, Manuel Cruz, con ese Manual de Filosofía que ha elaborado apropiándose de trabajos de siete autores a los que ningunea. La incoherencia del PSOE de Castilla y León está en denunciar situaciones de plagio pero sólo si son del partido rival y no del propio.

Ahora mismo y con los mismos argumentos que ha utilizado contra Bienvenido Mena, Fernando Pablos debería plantarse en el palacio de La Moncloa y exigir al presidente del Gobierno en funciones que dimita, igual que al presidente del Senado. Si Fernando Pablos considera tan grave el plagio del ya exdirector general, alguien debería recordarle que el de su presidente le sirvió para obtener un doctorado. Y no sólo eso, debería tener en cuenta y pedir explicaciones porque tanto Pedro Sánchez como Manuel Cruz no sólo se negaron a dimitir tras destaparse los escándalos de sus plagios, sino incluso a comparecer para dar explicaciones. Por eso contrasta tanto este celo del PSOE de Castilla y León cuando a nivel nacional el partido convive con un plagio normalizado e institucionalizado desde que fue pillado el presidente del Gobierno en funciones. De hecho, la portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Celaá ha llegado a decir que el copia-pega sin citar pertenece al ámbito privado y a criticar, en el caso del presidente en funciones, a todos aquellos que ponen el acento en el fraude de la tesis “porque en política no todo vale”. No se puede tener más cara.

Total que el PSOE de Castilla y León, sin pretenderlo, ha abierto ahora la Caja de Pandora de los plagios de su propio partido y, con él, el debate sobre la coherencia política.

“La decencia es fundamental para la vida y para la política. El señor Mena no puede permanecer ni un día más en su puesto”. Cito autor: Fernando Pablos Romo. Si dice lo mismo del plagiador estrella, Pedro Sánchez, y de su hábil aprendiz, Manuel Cruz, estupendo, pero va a ser que no.

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