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El otro carnaval

El otro carnaval

Martes, 5 de marzo 2019, 20:20

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Como no teníamos suficiente con un Carnaval, desde hoy se juntan dos y juntos andarán hasta el Miércoles de Ceniza, son el de siempre, que en comparación con el tiempo que dura es un visto y no visto, pero que marca estilo, rompe con algunas (cada vez con menos) sanas costumbres y se celebra con muchísimo relajo al ser días únicos, de esos que no se repiten, y este otro que dura todo el año. Este otro Carnaval, o sea, el que dura todo el año, no se celebra, se sufre, mejor o peor, dependiendo de los momentos, de las circunstancias, de por dónde sople el viento y con qué fuerza... En él vivimos lo trescientos sesenta y cinco días del año, o sesenta y seis si es bisiesto.

Cuatro días, contando hoy (ya que el Miércoles de Ceniza no es Carnaval) pasan pronto, por eso disfrútenlo desde el primer minuto con intensidad, porque después viene la Cuaresma con la rebaja y aunque ya no es lo que era, algún residuo de aquella aún queda no pasando por ello desapercibida, de ahí que algo se note, aunque este año, con elecciones a la vista y los nervios crispados de quienes ven que las cosas no les ruedan como a ellos les gustaría que rodaran, se apoderarán del día a día, lo llenarán todo, nos entretendrán a tope con lo suyo y pasará la Cuaresma casi sin enterarnos. Van a estar tan presentes que no vamos a tener ninguna otra cosa más que precampaña a la vista. Sin embargo, el acto cuaresmal más multitudinario de todos en Salamanca, que se celebra cada primer viernes de marzo, que fue ayer, el tradicionalísimo besapiés a Jesús Rescatado, no coincide este año con la Cuaresma, sin embargo, la costumbre se impuso

Durante estos días andaremos con la incertidumbre en el cuerpo por no saber distinguir a cuál de los dos carnavales pertenece el numerito que nos brinden, si al de verdad, que empieza hoy, o al auténtico, es decir, al otro, que no tiene principio ni tiene fin, cuyos personajes nos mantienen en vilo de enero a enero, un año y otro, sin que sepamos de qué van disfrazados, si lo están de algo, de alguien, de nada o de sí mismos, siendo este último el peor de todos los disfraces al ser el que mejor se presta al engaño.

Quien descubrió que todo el año es Carnaval y escrito lo dejó para que quedase constancia de ello y advertir que “en todas partes hay máscaras todo el año” fue Mariano José de Larra, y lo hizo tras la máscara del bachiller don Juan Pérez de Munguía en las páginas de la revista satírica de costumbres “El pobrecito hablador”, en la que puntualiza respecto a la advertencia: “aquel mismo amigo que te quiere hacer creer que lo es, la esposa que dice que te ama, la querida que te repite que te adora, ¿no te están embromando toda la vida?”.

Pues de amigos así, de esposas y de queridas está el mundo lleno todo el año (cuando digo el mundo me refiero al de la política, que para los políticos no hay otro) y en precampaña mucho más, con que ténganlo en cuenta porque en precampaña estamos tan metidos en ella que a veces parece estar ya en campaña por la vehemencia de sus participantes y las prisas con que se lo toman, como si les faltara tiempo y temieran llegar tarde a Dios sabe dónde... si lo sabe, a cualquier meta inconfesable de una carrera suicida. Ahora bien, si el muerto fuera el suicida, allá él, pero no suelen ser así los finales de estas apoteósicas mascaradas porque, y lo advierte también Pérez de Munguía cuando se refiere a la hermosura perfecta “cuya cara --dice-- os engaña más que su careta”, ¿quién más hermoso a cara descubierta que el experto en resistir, cuyo manual (que lleva su firma) se vende en las librerías como rosquillas? Nadie. Y ahí aguanta encabezando encuestas, a las que no hay que hacer mucho caso pero tampoco perderlas de vista porque las carga el diablo buscando en ellas su efecto, que consiste en satisfacer las apetencias del pueblo soberano que en un porcentaje bastante considerable y difícil de precisar goza de unas tragaderas inmensas, al que por ello todo vale, se cocinen con la receta de Tezanos o con cualquier otra. El caso es que son todas ellas difíciles de digerir, pero mientras ese porcentaje del pueblo soberano trague, buenas son.

Ya estamos en Carnaval, en el de verdad, celébrenlo a tope y disfruten de él, porque el otro, o sea, el auténtico ya lo iremos sufriendo poco a poco sobre la marcha, un año es mucho tiempo y habrá que irlo dosificando, con un panorama embarullado a la vista del que no escapa ningún partido ni nada que se le parezca. Y a merced de ellos estamos.

Juan Antonio García Iglesias

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