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Sabemos que había un lobo muy malo en Gubbio que se comía al ganado y atacaba a personas hasta ese momento en el que Francisco de Asís trazó la señal de la Cruz delante del animal y el lobo cayó domesticado a sus pies y vivió feliz con los humanos. Eso solo podía pasar antes, cuando el lobo era el malo. Antes de que la ministra para la Transición Ecológica decidiera que nuestra realidad es la contraria y que como primer paso, porque esto no ha hecho más que empezar, prohibiera su caza e incluso acabara con la posibilidad de dar muerte a los ejemplares más asesinos, salvo que lo digan ella o su equipo, que para eso son los que mandan.

Ahora el lobo de Francisco de Asís no existe. Y si en algún momento hay alguno fiero, algo habremos hecho mal los despiadados humanos, especialmente los ganaderos. Ahora tenemos que aprender que el lobo que existe en el campo, ese que hace llorar, es bueno. El nuevo lobo es el de Rubén Darío, el que describe en ‘Los motivos del lobo’, que es uno de los mayores regalos al movimiento ecologista. Versos dodecasílabos para hacernos comprender la bondad del lobo y la maldad humana. Versos idóneos para llegar a ser de culto en las escuelas y cumplir ese objetivo, reconocido por la ministra, de mejorar la imagen que tiene la sociedad del lobo. El lobo asesino, el depredador... es ya un pobrecillo jilguero sin alas.

“¡Es duro el invierno y es horrible el hambre! En el bosque helado no hallé qué comer y busqué el ganado y en veces comí ganado y pastor”, que le cuenta lastimoso el lobo de Rubén Darío a Francisco de Asís, antes de ser domesticado, y como si fuera lo más normal. Luego vuelve a las andadas, se echa al monte como el oso y el jabalí “que para vivir tienen que matar”. Pero resulta que esa vuelta al mal no es culpa del lobo sino, por supuesto, de los hombres que aprovecharon una ausencia del Santo para maltratarlo.Vaya, vaya.

Así que en el poema de Rubén Darío el lobo fiero de ‘boca espumosa’ es ‘un falso lobo carnicero’, un lindo gatito víctima del hombre. Las malas son las ovejas o el pastor por ponerse delante. Así es nuestra realidad por gracia de la ministra Ribera, que solo tiene oídos para Darío versionado por los conservacionistas Lobo Marley, WWF o Ascel. No tiene voz el ganadero, o ASAJA, COAG o UPA, porque el lobo es el bueno y el ministro que debería defender al ganadero, que es Luis Planas, le da la razón a la ministra porque él está de paso.

Si hay que prohibir la caza del lobo, adelante, pero con base científica, no de un comité con tan poca vergüenza como para acceder a ser utilizado sin exigir conocer lo fundamental: si el lobo está amenazado o no. Aún no se sabe si hay pocos, como le susurran los ‘rubén daríos’ a la ministra, o no deja de aumentar la población, como defiende Castilla y León, pero también Asturias, gobernada por el PSOE. Se puede prohibir el lobo si se dialoga, se llega a un consenso y, sobre todo, si existe un motivo. Y si el objetivo es que aumente la población, se puede preguntar a Castilla y León cómo ha hecho para tener, según ese censo anticuado, 1.600 lobos, el 60% de los que hay en España y creciendo. ¿Por qué no habla la ministra con Cataluña y le pregunta la razón por la que allí no hay lobos y toma medidas donde se necesitan, o con Navarra o con Valencia? Castilla y León está dispuesta a llevar lobos donde se necesiten.

Si hay que prohibir la caza del lobo, que lo haga, pero no sin escuchar a los ganaderos, a los que ha ninguneado, y no sin establecer antes un plan de ayudas que ha dejado para cuando tenga tiempo. Y el problema no es solo de los ganaderos, también de los urbanitas y de cualquiera al que le guste el campo. Habrá más lobos, furtivismo, más probabilidad de atropello a animales protegidos y más mastines en el campo por cualquier camino por el que vayamos ahora que tanto se llevan las rutas senderistas porque, en este sinsentido, si el lobo mata ganado, la culpa es del ganadero si no está protegido. Aún cree la pobre que en zonas de monte se pueden levantar cercados de dos metros y que es normal tener 56 mastines para proteger 2.000 ovejas. En fin...

Y están la ministra y el ministro, tan contentos, de brindis con los conservacionistas. A Ribera y a Planas no les preocupa el lobo porque todo lo anterior se arregla sin ganado en el campo y sin ir al campo. Igual que la subida del recibo de la luz se soluciona apagando la luz. ¿Verdad, ministra? Pobres ganaderos, pobre campo, pobres pueblos.

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