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Sin luces, así viajamos, no sabemos si en el barco de un pirata o de un contrabandista. Ondea la bandera de Pedro Sánchez, perfectamente visible de día e iluminada de noche, y nadie lleva el timón o a lo mejor se turnan después de beber la botella de ron, porque el barco va a bandazos. A nosotros solo nos queda agarrarnos para no caernos al agua... pero a los comerciantes y a los hosteleros acaban de tirarlos por el placer de ver si saben nadar, porque no existe una explicación racional a las medidas de ahorro energético aprobadas para ellos por el Gobierno.

“El alma de un comercio es el escaparate, y el alma de un escaparate es la luz”, publicaba ABC en los años 30. Era en el anuncio que animaba a participar en el ‘Gran Concurso de Iluminación de Escaparates’, cuando la electricidad supuso el desarrollo del escaparatismo y el salto al comercio moderno. Ahora el comercio se queda sin alma y sin esa modernidad, por un capricho ordenado desde el barco sin luces, porque no hay datos que confirmen que apagar escaparates supondrá un ahorro energético significativo. Y sí al revés: los comerciantes evitan el consumo alto porque ellos son los que pagan la factura de la luz. Anoche hubo paseo nostálgico por la calle Toro antes de la llegada de las tinieblas. Anoche hubo recorrido por María Auxiliadora, que se perderá en la oscuridad.

No se entiende que las administraciones inviertan en luces leds o en subvencionar su instalación con nuestros impuestos, cuando a las primeras de cambio el Gobierno las apaga. Para eso no hacía falta esa inversión, ni la de los comerciantes, cuando además se aplica el comunismo puro de cortarle la luz a todos, hayan ahorrado o invertido en su negocio para ser respetuosos con el medio ambiente o le hayan hecho una pedorreta al manido cambio climático. Después de esta habrá muchos que se piensen si vuelven a invertir.

Y, por supuesto, no hay quien entienda las excepciones por motivos ideológicos. Ese pequeño comerciante de Garrido está enfadado porque a él le apagarán el escaparate a la hora de los paseos nocturnos, porque antes es imposible salir de casa por el calor, y, en cambio, el alcalde de Vigo tiene preparado un despliegue mayor que nunca de luces de Navidad. Solo hay una explicación sencilla: en barcos de contrabandistas o de piratas, mandan los trileros.

Dice Abel Caballero, presidente de la Federación de Municipios y Provincias, que el plan de ahorro energético del Gobierno está francamente bien y que los ayuntamientos tienen que asumirlo sin rechistar. Es más, ha tenido la cara de comprometer la cooperación de los ayuntamientos. Él, para ahorrar energía, apagará los escaparates de la ciudad, que gastan mucho, pero mantendrá su iluminación navideña porque, lo ha dicho también, “no gasta nada”. Como prueba de su compromiso con el ahorro, apagará una hora antes la iluminación navideña, pero es que a lo mejor tarda una hora en el proceso porque este año en Vigo habrá 11 millones de luces leds en 400 calles (en 60 más que hace un año); 1.438 motivos de iluminación y 1.000 arcos; no faltarán las bolas iluminadas de 12 metros de diámetro ni los 325 árboles con lucecitas; tampoco, esperemos, el rótulo led de 108 metros cuadrados en el Ayuntamiento. Como novedad, será porque hay que ahorrar, el árbol de 14 metros tendrá una estrella que, cuenta el alcalde, “podrá verse desde Nueva York”. Pedro Sánchez y el resto del Gobierno aplauden el compromiso del alcalde de Vigo con el ahorro energético y, por supuesto, amenazan a las insensatas comunidades del PP: si en unos días hay escaparates encendidos o establecimientos comerciales por debajo de los 25 grados, se verán en los tribunales porque en España en estas regiones se debe cumplir la Ley. En otras, pues depende.

Vamos sin rumbo. Solo eso explica que a finales de junio, y a raíz de la muerte de un barrendero por supuesto en Madrid y debido al calor, Yolanda Díaz anunciara el envío de 115.000 cartas a empresas para que protegieran a sus empleados de las altas temperaturas y, menos de dos meses después, Ribera proponga que se cuezan, porque 25 o 27 en el termostato no suele ser temperatura real, salvo que el aire acondicionado sea de última generación, para lo que no hay ayudas en el plan, y el local esté perfectamente aislado, para lo que tampoco.

El barco, definitivamente pirata, izó la bandera negra para que Europa sepa que aquí manda Pedro Sánchez, se cumple lo que dice Bruselas y no le tiembla la mano para pasar por la quilla a quien le estorbe. Cuantos menos autónomos, mejor, porque el voto lo darán los funcionarios y los subvencionados. Ya hay nostalgia de esa calle Toro iluminada.

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