Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Donde está la iglesia de San Juan de Sahagún, levantada por empeño del P. Cámara y con diseño de Joaquín Vargas Aguirre, estuvo antes la iglesia de San Mateo, superviviente de los tiempos repobladores. La Plaza del Campillo fue plaza de los Olleros porque allí colocaban los olleros que vivían alrededor las ollas para secarse, y en ella se pensó levantar el mercado, que después fue el de San Juan. José Jáuregui, un benefactor, con placa en la Plaza de Colón, y fuente y albergue en Candelario, era la calle de la Peña 2ª y con la del Arco formaban las dos arterias principales de este barrio de olleros, parroquial de San Mateo y convecinos y convivientes de muchos moriscos de la zona. Nuestra Rosa Lorenzo, investigadora de alfares y muchas cosas más, ha escrito de ello en abundancia. Hubo una calle de la Lanza, otra de la Estrella y una tercera denominada Risa, que es hoy calle de San Mateo. Las bientocadas eran unas monjas de elegante toca. El Arco de la Magdalena se quedó en simplemente Arco (calle del Arco). Y Padilleros, donde tuvo su domicilio durante un tiempo LA GACETA, era en realidad Padilleras, nombre relacionado con las tahonas y hornos, o sea, padillas, de donde proviene el apellido, que tiene de símbolo las palas del horneo. Cristóbal Riesco y Santos Jiménez, fueron, respectivamente, catedrático y político, e influyente párroco de San Juan de Sahagún.

Estoy hablando del Barrio del Conejal, que se conoce así por el roedor que lo invadió durante décadas de abandono, o Barrio de San Juan de Sahagún, según los más finos, y que conocía más que bien Antonio García Lozano, arquitecto municipal, que hemos perdido esta semana que termina. Era, entonces, el barrio, antes de su reforma en los años sesenta, un “absurdo conglomerado de casas de aldea”, dice David Senabre en su tomo sobre el urbanismo salmantino del siglo XX, un espacio pobre y casi marginal, pero ya lo ve usted hoy. Todo comenzó con Carlos Gutiérrez de Ceballos, continuó con Bermúdez de Castro y ya no paró hasta que se levantó el último edificio y se colocó en la Plaza de San Juan de Sahagún la escultura patronal de Valeriano Hernández. Luego vino cambiar el nombre de la Plaza de la Concordia por Rincón del Conejal, allí donde se encuentra la mujer al estilo de Botero de Hipólito Pérez Calvo. Remates. Lo gordo se hizo antes y García Lozano estuvo allí; su nombre está vinculado al Helmántico, pero también a edificios principales de la ciudad moderna y barriadas, incluida La Alamedilla y su pabellón, o el comedor de las Peñuelas de San Blas. Fue un innovador, dice la investigadora Sara Núñez Izquierdo: introdujo el ladrillo de vidrio, primó la altura, incluyó en los programas piscinas y garajes, y tuvo en los balcones corridos una de sus señas de identidad.

Se nos ha ido García Lozano cuando comenzaba esta semana en la que nos las prometíamos felices. Pero tengo fe. La tengo en que la Feria Municipal del Libro, que mañana comienza en la virtual plaza mayor de Youtube, vuelva a ser abrazada por la Plaza Mayor, donde no están ni Alfonso X, ni su padre, Fernando III, ni su abuelo, Alfonso IX, que tanto hicieron por el Estudio salmantino. Un 8 de mayo de 1254, la Universidad de Salamanca recibía de Alfonso X, El Sabio, su “Carta Magna”, en palabras de Luis Enrique Rodríguez-San Pedro Bezares, investigador universitario. Documentazo con derechos y obligaciones de la ciudad hacia la Universidad, de esta hacia la ciudad, y de profesores y alumnos hacia ellos mismos. Muy curioso.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios