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El cante de los números

Viernes, 3 de julio 2020, 05:00

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Las matemáticas, que es la más exacta de las ciencias, nunca fallan. Es tan cierto como que no siempre salen las cuentas y hay que buscarle las vueltas para cuadrarlas buscando en los números lo que no encuentran en otra parte, trampeando los cálculos y resultados hasta el límite de lo absurdo. Pues en este juego (que llaman muy eufemísticamente aritmética del poder) andan los políticos al hacer de las matemáticas su más sólido argumento. En sus cuentas dos más dos no son cuatro por exigencias del guión sin que sus matemáticas dejen por eso de ser la más exacta de las ciencias.

Pues en ellas ha encontrado este Gobierno la salida al problema que le trae de cabeza en su afán de fingir que nos gobierna con exactitud matemática, aunque para controlar los efectos de la pandemia, contabilizar sus bajas, sus altas, sus muertos, sus no muertos... sus vivos, (al menos los 450.000 que Sánchez dijo haber salvado de la muerte al decretar el estado de alarma como eficacísima medida anti virus) y convencer a golpe de apariencias, más que un epidemiólogo necesitaría un matemático, pero no, a un matemático le saldrían las cuentas y no es eso lo que buscan quienes andan negando la verdad de lo que hay y encuentran en la falsedad y el engaño una salida airosa a esta complicada coyuntura.

No hay forma de que coincidan las cifras del Gobierno con las del Instituto Nacional de Estadística o con las del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, los criterios de Sanidad, de claros sesgos políticos, no son los mismos y los resultados son los que son, pues oscilan entre los más de cuarenta y tres mil fallecidos por el coronavirus que contabilizan desde donde no les mueve ningún afán que no sea el de la rectitud de los cálculos y los veintiocho mil, más el pico de ese goteo diario que no para, siendo esta la cifra oficial que reconoce el Ministerio, que se recrea en echar muertos fuera (más de trece mil andan sueltos), muertos que no cuentan porque son de otros, por lo que cada cual cargue con el suyo y afronte su culpa y su responsabilidad ya que de estos muertos el Gobierno no tiene ninguna.

Que los números cantan no cabe duda, y de qué manera, no hay más que verlos para oírlos. Menudo concierto. Aunque el repertorio sea infame y la calidad no muy allá, sin embargo no aburre, es más, engancha sin que haya forma disponible de evitar darse el gustazo de pararse a escucharlo. No suena como la escolanía de El Escorial, que es todo candor y sensibilidad, pero no interfiere y vale perfectamente como fondo musical para echar cuentas, cerrar pactos y ajustar acuerdos, pues para ellos la actualidad es una coyuntura muy oportuna que facilita poder alcanzarlos y no pierden la ocasión. Los últimos números suman 5.107, son los de los nuevos parados tras el levantamiento del estado de alarma que registran la mayor subida desde junio del 2008, efecto que arrastrará un imparable suma y sigue que ya se acerca a los 4 millones que llenan las Oficinas de Empleo. Y esta primera etapa de la nueva normalidad solo acaba de empezar.

Y a números se reduce todo lo que les permite seguir echando cuentas para sobrevivir a lo difícil que se lo ponen las matemáticas bien aplicadas. Pues en no aplicarse se esmera el Gobierno, tanto menos cuanto más complicado lo tiene y el momento lo es, en parte por el trance económico, social y sanitario que sufre España, en parte por sus propias discrepancias internas causa de sus intereses enfrentados dentro del Consejo de Ministros, un equipo bicéfalo, partido en dos, además, lleno de inútiles que van a lo suyo al que por muchos números que hagan no les cuadran las cuentas ni nada tienen claro ni tampoco todas consigo. Son tantos números que apabullan, porque son números que cantan, si no cantaran pasarían desapercibidos.

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