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En los prolegómenos de uno de aquellos premios que celebraba la Academia de las Artes y Música antes de la pandemia, exactamente la noche del 21 de abril de 2005, la grandísima Almudena Grandes nos firmó un autógrafo. Tengo una memoria lamentable pero también anotada la fecha en mi acreditación como finalista.

Y digo nos firmó, así en plural, porque en realidad se lo firmó a mi hermano, que ni siquiera se lo había pedido. Se había acercado a pedírselo a su marido, Luis García Montero, mi poeta vivo preferido, pues a mí, por timidez o por estar delante de quien tanto me fascinaba, me temblaban demasiado la voz, las manos, el papel y el boli. “Y yo ¿no quieres que te firme?”, le preguntó Almudena a mi hermano, quien muy galante acertó a contestar: “Claro, claro, usted también por favor que me suena mucho su voz de oírla en la Ser”. “Toma —me diría luego mi hermano— te he conseguido el de García Montero y el de su señora”.

De esta forma pelín patética, conseguí el autógrafo de Almudena Grandes. A cambio desde aquel día me dediqué a merecerme ese autógrafo devorando todo lo que fue cayendo en mis manos con su nombre: desde “Las edades de Lulú”, que puso patas arriba la escena literaria de finales de los ochenta por su estallido de erotismo hasta “La Madre de Frankestein” publicada hace apenas un año en la que nos dispara esa emotiva e intensa historia de amor entre Germán, un psiquiatra que regresa a España tras muchos años de exilio para trabajar en el manicomio de Ciempozuelos y termina perdidamente colgado de María, una auxiliar de enfermería. Y entre medias “Te llamaré Viernes”, “Atlas de geografía humana”, “Castillos de cartón” y tantas otras historias donde Grandes ha ido entregándonos alguna de las historias más hermosas, conmovedoras, y mejor escritas de la actual literatura española. Historias que rezuman talento pero también su profundo compromiso y solidaridad con la parte más frágil de nuestra sociedad, un compromiso que también ha ido dejando impreso en todo lo publicado en sus columnas, en una de las cuales hace unos días nos anunciaba la batalla que mantenía contra el cáncer. Buen viaje admirada Almudena y muchas gracias por aquel autógrafo que desató nuestra apasionada afición a ti.

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