Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Se atisba en el calendario la llegada de la galerna del hornazo. Así, galerna del hornazo, presentó Camilo José Cela al monumento gastronómico salmantino. El hornazo es pariente del Lunes de Aguas y este es hijo de la luna llena del Viernes Santo, primer plenilunio de primavera. Hoy y mañana es día de colas en los hornos como si del besapiés al Rescatado se tratase, aunque en este caso el santo es otro; también es día de ir a votar con el hornazo de la mano para después clavar codos en la barra del bar, que es domingo, y prepararse para lo peor o lo mejor, según vengan dadas en los recuentos. Y como todo pasa y todo queda, mañana será otro día, aunque usted y yo sabemos que no lo será. Mañana seremos ese Dionisio del que hablaba nuestro Luis Maldonado en sus memorias, que sacaba el gran hornazo de la cesta. Dionisio era dios de la fertilidad y el vino. La primavera es metáfora de la fertilidad —todo nace y renace— y el vino es imprescindible para el hornazo, que es masa, chacina y huevo, sagrada trinidad de la pascua gastronómica. Vino, hornazo y primavera forman otra sagrada trinidad que hacen que de un Lunes de Aguas como el de mañana se espere cualquier cosa.

Cela y Maldonado no fueron los únicos que citaron al hornazo en sus escritos, están también el Padre Isla, Lope de Vega, Tirso de Molina, Lope de Rueda, Nebrija, Max Aub, Juan Valera o nuestro Luciano González Egido, por poner a referencias de todos los tiempos. Un hornazo que viene unido a la Pascua y se come por algo más que gula y afición hornacera en Vega de Tirados, Alaraz, La Orbada, Yecla de Yeltes, Linares, Los Santos, Endrinal, Villoria, Buenamadre o La Alberca. Hay aquí otros motivos muy señalados que tienen que ver con devociones y tradiciones. También en Salamanca, donde un año más estamos a vueltas con las putas de la Casa de la Mancebía y los estudiantes que las acompañaban remontando las aguas del Tormes desde su retiro en Tejares al legendario prostíbulo cuyos cimientos arrastró hasta el Atlántico la crecida de San Policarpo. Como alguien ha sugerido (quizá José Iglesias de la Casas, Poeta Iglesias) las meretrices cruzaban las aguas por el Puente Romano y escuchaban en la Catedral una última misa con su sermón de aparato (uno más en la cuaresma) para ver si dejaban esa vida de pecado que llevaban. “Di di pasar las aguas”, escribió Girolamo de Sommaia en su diario de estudiante en Salamanca. Día de pasar las aguas. Este trajín legendario que nos traemos en la capital con el Lunes de Aguas ha sido unido al hornazo y con todo ello hacemos motivo de salida al campo, que a su vez dará lugar a la imagen del día.

Eso será mañana, que hoy andamos a vueltas con las elecciones. Salga lo que salga del recuento electoral nos sorprenderá, como el libro de aforismos de Héctor Puertas, la nueva novela de Victoria Álvarez, el recién presentado poemario de Montse Villar, y el de Yolanda Izard, o los textos deseados de Mar Cabezas y Enma Varela, que veremos, entre otros, en la Feria Municipal del Libro que volverá a levantarse muy pronto en la Plaza Mayor, cuyo suelo se llenará de nuevo de jóvenes al sol del mediodía tras los chaparrones de estos días pasados. Aguas que han traído la pamplina o maruja a los arroyos, manjar de aguas de primavera que corren y espléndida compañera del hornazo junto a un buen vino. Feliz Lunes de Aguas y vote por el hornazo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios