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Las medidas anunciadas ayer por la Junta de Castilla y León para la contención del coronavirus en la Comunidad son adecuadas para la situación en la comarca de Miranda de Ebro y demasiado suaves para el resto de la Región. El Gobierno que preside Alfonso Fernández Mañueco ha tomado conciencia de la gravedad de los contagios en el norte de Burgos y ha adoptado decisiones de restricción de actividades que pueden resultar impopulares pero que se adecuan a la urgencia de contener la escalada de casos en la zona.
En cuanto a las recomendaciones para el resto de la autonomía, la batería presentada ayer por el vicepresidente Francisco Igea y la consejera de Sanidad Verónica Casado, son en su mayoría eso, recomendaciones. Parece que el Ejecutivo regional no ha aprendido de los errores del Gobierno de Pedro Sánchez, que a su vez ha sido incapaz de tomar nota de las equivocaciones del Gobierno italiano. La Junta debería adoptar restricciones más contundentes, con las que se podría impedir la celebración de eventos tan peligrosos para la salud de todos como el “copeo” de la localidad salmantina de Aldearrodrigo. Un evento festivo-alcohólico-musical que concentrará a más de dos mil jóvenes, muchos de ellos procedes de Madrid, la mayor zona de riesgo en España. Tampoco tiene mucho sentido, aunque la decisión se haya tomado en otros ámbitos, que los niños y jóvenes castellanos y leoneses no puedan practicar ningún deporte, porque todas las competiciones han sido suspendidas, y que al mismo tiempo acudan a los colegios y universidades con toda normalidad.
Es cierto que en la Comunidad se contabilizaban ayer poco más de setenta afectados por la pandemia, pero hay que atender también a las circunstancias. Pretender que en Castilla y León va a ser posible la contención de la enfermedad cuando en los próximos días vamos a recibir a miles de madrileños desplazados desde la capital de España y desde el País Vasco debido al cierre de sus colegios y universidades, es mucho confiar.
El tiempo dirá si las recomendaciones aprobadas ayer resultan suficientes para evitar el contagio descontrolado en la Comunidad, pero Mañueco, que debió comparecer tras el Consejo de Gobierno extraordinario para asumir la responsabilidad de esas decisiones, se arriesga a quedarse corto y a tener que adoptar en los próximos días o semanas las medidas más duras.
Tras esta timidez está la excusa de la coordinación y la lealtad de la Junta respecto a las directrices llegadas desde el Gobierno de España, que se ha puesto en marcha para combatir el coronavirus tarde y con medidas contraproducentes. Admitiendo que no podemos criticar a Pedro Sánchez cuando no hace nada y al mismo tiempo censurar las medidas que va adoptando, lo cierto es que aprobar restricciones a las dos grandes zonas de contagio incontrolado, Madrid y País Vasco, sin limitar al mismo tiempo la capacidad de vascos y madrileños para desplazarse en masa a otros territorios, puede acelerar la expansión del virus.
Mientras tanto, en Italia siguen apretando los dientes y acercándose al nivel de prohibiciones que tan bien ha funcionado en China. Ayer se decretó el cierre de todos los negocios menos los de primera necesidad, lo que supone en la práctica la paralización del país. Los italianos responden así a la llamada de la Organización Mundial de la Salud, que ayer no solo declaró oficialmente el nivel de pandemia, sino que al mismo tiempo lanzó una dura crítica a los países más reticentes a adoptar medidas impopulares y les pidió que utilicen todos los medios a su alcance para frenar la enfermedad. En la OMS están “profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción”. Pongamos que hablan de España.
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