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Con la historia de siempre

Viernes, 17 de abril 2020, 05:00

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Esta actualidad comienza a hartarme, no por el confinamiento (diecisiete años confinado en barcos mercantes durante días, semanas y, salvo los de vacaciones, meses enteros, por causas de trabajo e incluso de guerras, en condiciones siempre lejanas de la familia, incómodas y a veces de mucho peligro, curte, endurece e inmundiza, porque nadie muere de ello sino por la causa del motivo que lo impone que no es necesario decir cuál es y que nos tiene ya en el país del mundo con más muertes (460) por cada millón de habitantes.

Ocupo mucho el tiempo que me permite el confinamiento en leer, pero no cualquier cosa. Lo hago para entretenerme, pero también para instruirme y ponerme al día, pero no estudiando la historia de los historiadores, que es fundamental conocer, sino la escrita por no historiadores. Es una lectura menos severa, más entretenida, incluso novelesca, es la de Galdós, Azorín, Baroja, Valle Inclán, Maeztu, Unamuno..., muchos de ellos ya releidos, pero en los que siempre encuentras algo nuevo; y a periodistas, que por serlo contaron aquella historia de la que fueron testigos entrando por ello en no pocos detalles a los que ningún historiador tuvo acceso, como Chaves Nogales, Josep Plá, Julio Camba, Gaziel... En estos momentos me ocupo de Wenceslao Fernández Flórez, literato y periodista que escribió “Impresiones de un hombre de buena fe”, libros en los que recopila historias, anécdotas muy entretenidas y vivencias personales, de las que fue testigo siendo en algunas incluso protagonista entre los años 1914 y 1936, periodo que abarca parte de su larga carrera periodística. Pues cuenta ahí que el ABC había publicado una especie de encuesta con el fin de saber qué opinaba el pueblo soberano de la concesión de dietas a los diputados españoles. Está fechado el 24 de julio de 1922. Conforme a las respuestas recibidas por ABC, aseguró que el pueblo soberano estaba “que bufa” y destacaba dos ejemplos: “No deben ser concedidas las dietas; el cargo de diputado es ya por sí solo, un medro personal” y otro más que decía “¡Bastante tienen con los viajes gratis!”. A esto añadía el firmante: “Hasta ahora la unanimidad de pareceres en contra es aplastante. Verdaderamente -no hacía falta esta prueba concluyente para afirmarlo-, el pueblo español es enemigo de que se concedan las dietas. El pueblo cree que bastante caro le cuesta sostener el lujo de la política; el pueblo advierte que la política se ha convertido en un deporte”.

Eso pensaba el pueblo soberano español hace (año más, año menos) un siglo, que viene a ser lo que piensa un considerable porcentaje (aunque tal vez no suficiente aún) del pueblo soberano actual que parece advertir que la política para muchos políticos se ha convertido en un pasatiempo bastante entretenido y rentable para sus intereses, en no pocos casos económicos. Pero no todos los políticos son iguales, porque entre tanta inutilidad, algunos mediocres, y no pocos, destacan y si se busca más a fondo se encuentran los que valen la pena por su valía pero con tan pocas posibilidades por su escaso número que muy poco provecho pueden por desgracia aportar.

De dietas (con transporte y manutención incluidos) se habló estos días atrás de los señores congresistas a las que no renuncian pese a no acudir al Congreso por el confinamiento, cuando miles de españoles, por este mismo motivo, han tenido que cerrar sus negocios o han ido al paro con las manos vacías. Si a este alto precio se le suma el de la ineptitud y la falta de vergüenza de los responsables, esto no hay quien lo mantenga. Pero no crea, que para muchos no es mal negocio.

Vuelvo a Fernández Flórez, quien refiriéndose a los muchos fracasados que encontraban en la política su éxito, que por entonces ya calentaban muchísimos escaños del Congreso, decía de uno de ellos (con título de vizconde y cargo importante que pensaba retirarse de la política) que se lo pensase bien. “Si usted se va -escribió-, tira todo esto por la ventana y rompe una larga costumbre, amada por lo políticos y por la nación. Si los hombres fracasados se marchan, ¿quién nos gobierna?” Advertencia de la que conviene tomar nota.

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