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Se acaba la campaña electoral a tiempo porque el salto de Isabel Pantoja en helicóptero lo empieza a eclipsar todo. Poco empática, con víboras de dos piernas esperándola en Cayos Cochinos y propietaria de gestos y frases reservados sólo a la más grande -como ese ”cariño ¿tú tienes una vida? No, tú no tienes vida. Cómprate una vida”- el espectáculo está asegurado. Sobre todo cuando a estas alturas el hartazgo electoral empieza a aflorar, muchos aún no han deshojado la margarita del voto y la mente necesita purificarse con telebasura de la buena. Y esta promete.

En este momento de zozobra es necesario que irrumpa con fuerza el “hoy quiero confesarme” de la jornada de reflexión, que según los augurios será la más decisiva de los últimas elecciones, con encuestas que hablan de que incluso un 38% de los indecisos decidirá a quién votar en las últimas 48 horas. Si hubiéramos hecho más caso a la Pantoja el dato no nos sorprendería porque sabríamos que la clave de cualquier confesión, por difícil que sea, está simplemente en tener un ratito, en ese “hoy me sobra tiempo” que dice la canción.

Pues eso, que la actividad se para después de una semana frenética que dejó dos debates que aclararon pero que como se celebraron en lunes y martes dejaron tiempo para necesitar otra pensadita.

En el primero, los indecisos entre PP y Ciudadanos -el gran bloque de los dudosos- guiándose por el resultado del debate se quedaron con Rivera, que tuvo momentos cumbre. En el segundo, con el de Ciudadanos acelerado, la balanza se inclinó hacia Casado, que recogió así su premio por mostrarse más presidente que el propio presidente, algo que exageró en el primer debate hasta el punto de que parte de su parroquia le pedía que al menos no sonriera cuando le golpeaban. Luego corrigió.

El otro gran grupo de dudosos, los que no saben si votar a Sánchez o a Iglesias, si se guiaron por los debates, se pasaron al segundo. El lunes iba de camarero de día y en el segundo era un cura progre, pero en los dos se mostró moderado, centrado, burgués, conciliador... se ganó votos aunque no se sabe cuántos perdió de aquellos que le elegían para asaltar al cielo y no para poner paz entre los que riñen y enseñar buenos modales a los que pierden las formas. Nos lo han cambiado, y eso que en el primer debate se hartó de invocar a la Constitución, igual que su oráculo Chávez cuando vino a la Cumbre Iberoamericana y regaló cientos de cartas magnas de su país. El chavismo asoma incluso en los momentos más moderados, pero hay que reconocer que estuvo bien...para captar el voto que se disputan Ciudadanos y PSOE.

Pero llegó el miércoles y dos acontecimientos volvieron a confundir a muchos de los reconvertidos en el camino correcto de su voto. Ángel Garrido, hombre gris a la sombra de Cifuentes y eternamente atrapado en la suya, consumó la mayor de las venganzas posibles contra un partido. Abrazó a Casado después del debate, que hay que tener narices, y unas horas después le clavó su paso a Ciudadanos. Sin vergüenza, con alevosía, premeditación y de la forma más ruin. No se va por dinero, se va por dejar en evidencia a Casado y a su forma de hacer limpia y no le importó perder la elegancia ni tirar por la borda su carrera política. Con su venganza no se sabe si el PP perdió votos (sí fue censurado por las formas) o si los ganó o incluso perdió Ciudadanos -porque para unos quitar adversarios de un lado y de otro es centrarse y para otros, entre los que me incluyo, ser coche escoba sin estilo, como en este caso, le penaliza como poco fiable.

Pero también ocurrió algo más el miércoles, y fue la aparición de Cayetana Álvarez de Toledo de amarillo en tv3, lo que pudo contribuir a inclinar la balanza de los indecisos PP-Vox hacia Casado y quién sabe si entre PP y Cs, aunque Inés Arrimadas estuviera lista y se sumara a la fiesta.

Hoy si tiramos de hemeroteca la jornada se presenta de las de sonrisas, de las de “dientes, dientes”, que dice la Pantoja. Y luego un poquito de “hoy quiero confesarme, hoy me sobra tiempo...” y a votar. Todos los partidos ya saltaron desde el helicóptero y con lo que nos ha costado llegar hasta aquí y todo lo que nos jugamos,, no podemos quedarnos en casa viendo la tele. Sin duda es la oportunidad para elegir la vida que queremos comprarnos.

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