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Carpanta vuelve. Cumple 75 años el personaje que nació del lápiz de Escobar y que soñaba con terminar su historieta con algún “ñam, ñam, ñam”. Se sabe que Carpanta significa “hambre violenta” y también que en sus viñetas de la revista “Pulgarcito” parecía tener solo ligero apetito porque de este modo su dibujante evitaba la censura en la postguerra. Era el momento en el que la consigna era la de que en la España de Franco no se pasaba hambre, de ahí que Carpanta se convirtiera en símbolo de los que levantaban sutilmente la voz para advertir de lo contrario. Al principio Carpanta vestía de vagabundo, luego ya se quedó con su chaqueta negra, pajarita y su sombrero “canotier”.

Carpanta vuelve y se va a encontrar un panorama en parte parecido al que había dejado. Si antes en España no había pobres, ahora resulta que tampoco. La consigna actual es la de que todo va bien y la de que tenemos un magnífico estado de bienestar con el Gobierno más social de la historia. Luego rascas en las ayudas de ingreso vital y no sabes a quiénes han ido y pasa lo mismo con los fondos europeos a empresas y no se ve tampoco claro el destino de esos 200 euros nuevos de ayuda. Y se escucha cada vez más eso de que “siempre van a los mismos”, pero bajito porque no es socialmente aceptable.

La clase media está muy quemada porque paga impuestos pero no recibe subvenciones y los autónomos están en retirada, porque no hay más plan para ellos que pagar; con una reforma laboral que no los tuvo en cuenta; con un plan anticrisis que pasó de largo; con mesas de negociación sin prisas; y ahora con préstamos cada vez más difíciles de conseguir con los que pretendían pagar la subida de energía o de los salarios. El pequeño comercio cierra cansado de que, salvo en momentos puntuales como la Navidad, cada día de bajar la trapa sea de pagar más que de recoger ganancias.

Carpanta en cambio tendrá futuro si tira de ecologismo como antes, con ese inolvidable “o me invitan a comer chuletas asadas o les denuncio por contaminación”. Entonces nos reíamos de la bobada y ahora le daríamos las chuletas por si acaso.

No sabemos si en su vuelta Carpanta tendrá que vivir en el puente, como antes, pero seguro que en la España actual no tendrá problema para realquilarlo a otros, como solía. Es más, notará permisividad para ocupar casas ajenas.

Carpanta podrá soñar con pollos voladores. Lo que tendrá muy complicado es encontrarse en el plato carne de ternera o de cordero porque ha desaparecido de buena parte de los hogares españoles aunque viva en Salamanca. Y es algo que no lo dice la oposición, sino que es Agricultura quien reconoce la caída brutal del consumo de estas carnes por su precio, inalcanzable ya para muchos. Pero no se plantea reducir el IVA que, por cierto, es otra chapuza que apenas notamos por los 4 productos a los que afecta y que paga de momento el pequeño comercio.

Se encontrará Carpanta con la abundancia de coches y los caretos al ponerles gasolina. Carpanta verá también malas caras por la factura de la luz y oirá que las hipotecas no dejan de subir y que los sueldos se queda por debajo de la inflación y que el dinero no da. Y que tenemos que poner la calefacción baja para no contaminar mientras vuela el Falcon y las luces de Vigo siguen encendidas. Y comprobará que los bares están llenos y habrá que explicarle que venimos de una pandemia y que aún muchos vivimos en shock y que eso de ahorrar para el mañana parece que se acabó después de vivir dentro de una película de terror.

Carpanta perdió lectores cuando en los 60 llegó el boom económico y ahora estaría como Pedro por su casa. ¿Tan mal estamos? Puede que sí.

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