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Tenía miedo de la comida de Navidad. Demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas personas ausentes. Demasiadas cosas. Demasiadas personas. Estábamos todos los que estábamos, y faltaban los que faltaban, sobre todo papá y mamá, los que van faltando, aunque afortunadamente vivimos... y conviene recordar que vivir es morir (gracias siempre, Ana María Matute)... Fernando no estaba y tenía miedo de su ausencia, Paloma se encontraba en algún lugar entre Cusco y Machu Picchu y la extraño, y a la mesa junto a mis hermanos, mis sobrinos, y las ausencias, nos acompañaban este año Susan y Peter y sus hijos Aris y Marco... Es lo que se llama poner unos australianos en tu mesa. En este mundo de locos, “aussies” al poder, pues en Australia, como en Portugal, no pasa nada, y hoy esa nada es la isla del tesoro, ¿verdad mi querido Rey Felipe?
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