Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Una influencer austriaca, Gabi Abrao, ofrece en Instagram su “amistad” por tres euros al mes. Aquellos de sus 94.000 seguidores que deseen participar en el exclusivo chat de “amigos”, no tienen más que pagar y suscribirse. Y por lo visto pican. El hecho es que, por mucho que yo repita a mis hijos que los amigos están en las antípodas de Facebook, Aristóteles ya habló de la amistad precisamente en estos términos, sin acritud, y la clasificó en tres niveles, las basadas en la utilidad y en el placer, de hoja caduca, y la que llamó “amistad de lo bueno”, en la que se comparte una apreciación de lo virtuoso sin sacar provecho. Esta última, advertía el filósofo, dura toda la vida si se da un cierto nivel de bondad. Nunca será suficientemente leído el capítulo VI de su libro octavo de la Ética a Nicómaco: “No es posible ser amado por muchos...”. De hecho, invito humildemente al lector a abandonar esta página sin pérdida de tiempo para entregarse a esas otras. Pero no pretendía yo adentrarme ahora en reflexiones sobre la amistad, sino sobre el hecho de que incluso el más preciado intangible se vende hoy en Internet. Como todo lo demás.

Estamos viendo caer ante nuestros ojos los mastodónticos modelos de negocio porque su producto es gestionado más eficientemente en la red. De un día para otro se ha desplomado Thomas Cook, con 30.000 empleados y 8 millones de pasajeros al año, 4 de ellos en España. Antes vimos caer a Kodak, primera víctima digital; BlockBuster con 60.000 empleados, General Motors, sostenida por un rescate público de 50.000 millones... todas ellas arrastraron a miles de socios o proveedores. La veda de los bancos está abierta: Google ha obtenido sus primeras licencias bancarias, con un músculo financiero insuperable y acceso a los datos personales de una gran masa global de potenciales clientes. Y no hay más que echar un vistazo a la situación del negocio editorial (todavía echo de menos aquel papel sepia con el que envolvía sus entregas la librería Cervantes), o el de la distribución. Pocas marcas han sido en este último tan sistémicas como El Corte Inglés y para soportar su respiración asistida ha sido necesario reunir a todos los grandes bancos españoles porque ninguno de ellos en solitario hubiera podido asumir el riesgo.

El proceso exige cambios radicales en el sistema educativo, de protección en el desempleo y en las políticas económicas y fiscales. Pero no habría de verse en principio como un drama, ya que el hueco dejado por los dinosaurios es rápidamente cubierto por nuevas y exitosas empresas que ofrecen mejores productos y servicios. La alarma surge del hecho de que ninguno de esos nuevos campeones digitales sea europeo.

Esta semana conoceremos datos de PIB, actividad manufacturera, paro y ventas minoristas en España que mostrarán el grado de deterioro, un proceso que supera a cualquier posible gobierno nacional, aunque a unos más que a otros. Por eso miro hacia Bruselas. Acaba de filtrarse un documento programático de la Comisión, 173 páginas, que afirma que “la aparición de competidores privados externos con recursos financieros sin precedentes podría borrar las dinámicas de innovación existentes e incluso la posición industrial de la UE”. Se refiere a Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft, Baidu, Alibaba y Tencent. “Europa no tiene compañías de ese tamaño y está en riesgo el crecimiento, el empleo y la influencia del continente”, advierte. El texto propone la creación de un fondo llamado European Future Fund financiado con 100.000 millones de euros y con el objetivo de desarrollar campeones europeos de internet. La nueva presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, es partidaria de convertirse en accionista de las empresas financiadas, una especie de nacionalización continental del I+D que evite que nos quedemos fuera. Para semejante inversión y sin aumentar las contribuciones, habrá que sacar fondos hasta de la PAC, a la que más o menos iguala en presupuesto, y ya me está doliendo el tirón de orejas que me va a dar César Lumbreras por el mero hecho de decir esto en voz alta.

Es cierto que llegamos tarde al partido y sin la necesaria unión social y fiscal. Nadie nos garantiza, además, que el dinero público pueda suplir a la iniciativa privada. Pero subir a este carro parece cuestión de supervivencia. Nos jugamos mantener o no a Europa en el mapa de referencia global, en el Primer Mundo, y las batallas de la inteligencia artificial y el 5G se están librando todavía. Pongámonos en marcha. Al fin y al cabo, Aristóteles no se limitó a escribir inmortales páginas sobre la amistad, sino que, como tutor de Alejandro, inoculó en él con la misma fuerza los valores del helenismo y la ambición de extenderlos hasta el último confín del mundo conocido.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios