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Camino a la esperanza

Lunes, 26 de abril 2021, 05:00

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Los viajeros han regresado a la estación de Valdenoguera en La Fregeneda 36 años después. No lo han hecho con maletas, ni de vuelta de Portugal con varios kilos de café y unos cuantos lomos de bacalao. Han acudido con calzado cómodo, ‘look’ de senderista y muchas ganas de disfrutar. La histórica vía férrea que penetra con maestría en el hechizante paisaje arribereño ha vuelto a la vida. No con los trenes que desaparecieron en 1985, pero al menos con caminantes dispuestos a descubrir uno de los itinerarios más espectaculares y singulares de toda Europa. No es ninguna exageración. El Camino de Hierro no es una ruta más. Los salmantinos somos los primeros que debemos tenerlo muy claro para concienciarnos de su incalculable valor. Estamos ante una auténtica joya. Un recurso turístico que, de estar en Alemania, Italia o Portugal, recibiría una promoción gigantesca. Aparecería en las portadas de las principales revistas de viajes y se convertiría en tendencia en Instagram. Empecemos por ensalzarlo nosotros mismos si queremos que otros lo hagan.

Como bien apuntó el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, durante el acto institucional del jueves en Vega Terrón, estamos ante el comienzo de un proyecto que debe ir creciendo. Iglesias no podía disimular la satisfacción de ver al fin que todo arrancaba. Han sido muchos años de peleas, primero con Adif, y después con los contratiempos y los retrasos. Ahora que al fin el Camino de Hierro está en el mapa, toca mimarlo y agrandarlo. Primero dando contenido a la antigua estación de La Fregeneda, que podría acoger un centro de interpretación que complemente al que tendrá Lumbrales y donde el visitante conozca la historia de este magistral trabajo de ingeniería. Una obra que se culminó en solo cuatro años y en la que participó una cantidad ingente de personas. Algunas de ellas perecieron en las condiciones más inhumanas y sería justo rendirles un merecido homenaje.

Una forma de acercar el Camino de Hierro a más visitantes consistiría en que por sus vías circulasen vehículos sostenibles que permitieran a personas con movilidad reducida o problemas para hacer tantos kilómetros, llegar a algunos de los puntos más espectaculares de la ruta. Es una reivindicación lanzada por uno de los hombres que más ha trabajado por la defensa de esta vía, el alcalde de Hinojosa, José Francisco Bautista, y también por el colectivo que igualmente ha jugado un papel fundamental en su recuperación. Todaví@, la Asociación de Frontera por una Vía Sostenible, merece un reconocimiento público a su labor. Cuando el trazado entre La Fregeneda y Barca d’Alva se consumía entre la maleza y el óxido, un grupo de valientes comenzó a desbrozar, rehabilitar algunos puentes y ensalzar el valor de este recurso. El propio Javier Iglesias lo recalcó el jueves: sin su trabajo, el sueño hubiera sido más inalcanzable.

El Camino de Hierro debe ser además un toque de atención para decirle a la gente que esta vía férrea no se limita solo al tramo entre La Fregeneda y Portugal. Su belleza y el valor comienza kilómetros atrás, en La Fuente de San Esteban. Una vez más la desidia de Adif, que en estos temas se comporta como el perro del hortelano, impide avanzar. No realiza el mantenimiento, pero tampoco facilita que otros lo hagan. Dantesco.

El último tren de las Arribes ha salido de Valdenoguera. Si las cosas se hacen bien, estamos ante una oportunidad histórica para que esta tierra ocupe el lugar que merece. Hay que abrir la mente y huir de prejuicios para coger al vuelo esta oportunidad. No nos perdamos en minucias estériles y absurdas como los horarios y el cierre en agosto (algunos no tienen ni idea de las temperaturas que se alcanzan en verano). Es el momento de articular ayudas y herramientas para, por ejemplo, propiciar el emprendimiento turístico en la zona. Hacen falta plazas hoteleras para conseguir que muchos visitantes pernocten. Que en un fin de semana o un puente, un madrileño o un andaluz puedan hacer el Camino de Hierro, dar un paseo en barco por el Duero, asomarse al Picón del Moro y visitar una quesería en Hinojosa. Tenemos un diamante en bruto.

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