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!Ay Teodoro, que malo eres!

Miércoles, 31 de marzo 2021, 05:00

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Con un secretario general que se dedica a poner palos en las ruedas, ¡cómo quiere Pablo Casado ganar unas elecciones! Don Teodoro García Egea es el mayor enemigo que tiene el presidente nacional del PP en su carrera a La Moncloa. Igual cree que es el Iván de Génova y, en realidad, su papel se parece más al de un “destroyer”

Los secretarios generales, en general, suelen ser gente antipática, odiosa o repelente. Le ocurrió a Francisco Álvarez Cascos, a Alfonso Guerra y a José Luis Ábalos. El pobre Acebes era más bien un poco “blandiblú” y Dolores de Cospedal mandaba, pero con elegancia. El resto de generales secretarios han sido personajes un poco siniestros, como Jorge Verstrynge. Pero sin duda, el más dañino para su partido es Teodoro García Egea, o “Teodorín”, como lo llaman quienes le conocen de la época de Rajoy. Él consiguió destacar en el Grupo Popular por sus actuaciones estelares como “bufón”. Entonces era un gran desconocido para el gran público, aunque él ya se encargó de publicitar que en 2008 se proclamó campeón del mundo de lanzamiento de hueso de aceituna “mollar chafá”. Lanzó el pipo a 19 metros.

Egea es un prodigio para casi todo: es un yudoka destacado, toca el piano, el clarinete y el tambor, monta en bicicleta y realiza travesías por la nieve. Pero lo del partido es mejor que lo deje antes de que pueda añadir a su dilatado currículum vitae: “Enterrador del PP”.

Ha puesto el partido “patas arriba” en Murcia después de no haberse enterado de la moción de censura que se estaba cociendo en su tierra y ha conseguido el más difícil todavía: perder la Alcaldía tras 26 años en manos del PP. ¡Ya tiene mérito Teo, majo!, que diría un parlamentario que lo conoció cuando ambos eran solo diputados rasos.

A Teodoro le gusta exhibir lo bien dotado que está, pero oculta que en estos casi tres años se ha cargado a la persona que les permitió ganar el congreso en julio de 2018, María Dolores de Cospedal. Los votos de los compromisarios de la exsecretaria general sirvieron para aupar a Casado que, en segunda vuelta, peleaba contra Soraya Sáenz de Santamaría por suceder a Rajoy al frente del PP. Aseguran que fue Egea el autor de la estrategia, independientemente del escaso cariño que se tenían las dos grandes mujeres de Rajoy. Pero también se le atribuye el “mérito” de habérsela cargado y de que abandonara la política de primera línea. Egea se la jugó a los “cospedalistas”, por eso han dejado de confiar en él.

En su haber también se le apunta la defenestración de Cayetana Álvarez de Toledo, que tuvo que dejar la portavocía del grupo parlamentario tras una intensa campaña de desgaste de la que podrían dar fe muchos de los parlamentarios si no le tuvieran miedo al general secretario, especialista fundamentalmente en sembrar la discordia y dividir a un partido que sus antecesores tuvieron el gran mérito de mantener unido.

En Andalucía ha montado un follón de tres pares de narices, una plaza que tendría que haber mimado porque se le ha resistido históricamente al PP. Pues no señor, ha sido pisar por allí y destrozar el partido. Hasta el punto de que Moreno Bonilla se ausentó del cónclave de Sevilla, que acabará en los tribunales porque Egea ha colocado con artes un poco sospechosas a una “egeísta” como presidenta.

No contento con la fechoría de Andalucía, ese mismo día se desplazó a Valladolid para elegir al presidente Conrado Íscar, en un congreso que no tuvo la delicadeza de aplazar, aunque se lo había pedido el aspirante a liderar el partido, al estar su antecesor hospitalizado.

Salamanca no es ajena a las ansias por destruir todo lo que han construido hasta ahora los que han tenido responsabilidades en el PP. Su deslealtad no tiene límites, menos mal que es torpe. Quiere imponer a los afiliados a personas afines a él, al margen de la organización provincial, regional y de los propios afiliados, que son los que sostienen el partido. Si Casado no se aleja del chismoso Egea, acabará por cavarle su tumba política. Y ya queda menos.

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