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Cuando lea estas líneas el tiempo habrá mostrado los primeros síntomas de cambio con temperaturas mínimas cerca de los diez grados y máximas por debajo de los treinta. Esta semana le pregunté si recordaba cómo llovía y ahora le pregunto cuándo se echó por última vez una chaqueta por el fresco de la mañana. En todo caso, no echaría las campanas al vuelo porque el tiempo está raro y ya veremos si la estación de los tomates no coincide con la del turrón y la vendimia con el mes de las flores. De momento el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, que apunta maneras de ministro de Agricultura y de Medio Ambiente, ha convocado un concurso hortofrutícola para después de las fiestas, que tiene a los hortelanos de los huertos urbanos de Tejares en un sin vivir teresiano. Supongo que el jurado buscará un tomate como el de Cáceres con su kilo y medio de peso y no se vio en la feria del tomate convocada en San Martín del Castañar. También su alcalde, Alfonso Buenaventura, tiene maneras para dirigir el sector. Esto puede dar lugar a una liga tomatera provincial, que ríase usted de la pasión futbolera que ha regresado. De momento, el edil serrano llevó tomates de su pueblo a la Diputación para provocar y retar, y el diputado de Agricultura, Julián Barrera, quizá se lo piense cuando acabe con la Salamaq de este año. Cuando los médicos me retiraron los tomates por su potasio, una parte de mi buen gusto se vino abajo. Uno disfrutaba con el olor de un tomate de verdad y sabía gozar de un tomate sin más aliño que una pizca de sal. Y no era fácil hallar un tomate así: a veces había que sobornar a mucha gente y pisar lindes legales, con nocturnidad y alevosía. Pero alguna vez lo conseguí. Y no, no me ofrezco de jurado por razones de salud y porque esos días estoy de viaje.

En el tiempo hay tomate. Como lo hay en muchas crónicas de Elia Gonzalo, la de “Viti”, la miss con más talento que dio aquel concurso, que pregonó en su pueblo y se ganó a sus paisanos en una plaza complicada. Montserrat Torrent, esa tarde, con 96 años, deslumbraba con su concierto de órgano en la Catedral Nueva. Con algunos menos, María José Pires, enamorada de Salamanca, se preparó un concierto equivocado y tuvo que tocar de memoria el concierto adecuado animada, eso sí, por el director. Lo hizo. Está en las redes. Unas horas antes estuvo por Salamanca Rodrigo Cortés con su nuevo libro bajo el brazo, su “Verbolario”, que hubiese gustado a Unamuno, que tanto sabía de paradojas. Cortés dijo esa tarde salmantina que el humor no siempre es divertido. Me pongo con el libro ya y a la espera de ver el capítulo de “Historias para no dormir” que ha dirigido.

También hay tomate festero en la provincia. La Alberca se prepara para el Diagosto y la Loa; Guijuelo para una procesión solemne como no se recuerda, Macotera para bailar hasta fundir las suelas a San Roque y hay reparto de peras en la ermita del Viso, entre otras tradiciones y solemnidades, con la sensación de que todo es nuevo por las ausencias pasadas. Tengo por cita obligada la Boda Típica de Candelario, que coincide este año con los 25 de la Asociación Cultural Cuesta de la Romana, que la organiza. Allí estaba entonces Ana Muñoz, y aquí sigue gestionando esta comunidad de 113 entregados a la causa del pueblo, desde la Boda al Vía Crucis, pasando por el belén que hay que recuperar este año para esa Cuesta de la Romana, enclave de ensueño en Candelario. Se casan Pablo Santos y Julia Esteban, que ya se casaron en 2009, pero este año cumplen sus bodas de plata y claro... Ya es casualidad. Ayer fue la despedida de solteros bien regada de sangría. Felicidades a la escritora Asunción Escribano, a la profesora de español Asunción Hernández, a la investigadora Asunción García Sánchez, a la guía de turismo Asunción Martín, a la catedrática Asunción Morán... en tan señalado día, que quizá señale a este verano ardiente la puerta de salida a otro tiempo.

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