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A SÍ me siento en España, a bordo de un 747 sobre el Atlántico, sin tripulación, sin apenas combustible, y con una azafata (perdón, tripulante de cabina) diciendo por megafonía si alguien entre el pasaje sabe pilotar un 747. Confusión, desconcierto, terror. Nuestro Gobierno es lo más parecido al piloto automático de “Aterriza como puedas”, pues nuestros políticos y sus “expertos” nos están demostrando minuto a minuto, desde que estallara la crisis del virus chino, su insensibilidad, su carácter totalitario, su falta de conciencia social, su nulo sentido de Estado; nos están demostrando lo que ya sabíamos: que no tienen ni (puta) idea de nada, ni siquiera saben a quién preguntar, bloqueados como están por sus taras y por sus egos.

Lo que estamos viviendo, y que ha puesto al descubierto las graves deficiencias de nuestra sociedad “tan avanzada”, no es de recibo. Todos los días una ocurrencia al aire, o varias; todos los días un payaso anda suelto por las noticias, o varios. Mascarilla no, mascarilla sí; bares sí, bares no; distancia social de un metro, de dos, de quince... Lo aconsejan los “expertos”, “expertos” que ni siquiera existen... La última es la de fumar. Un “visionario” dice en Galicia que se prohíbe fumar en la calle, y al rato respalda la ocurrencia otro en Canarias... Y al rato, el rey de todos los visionarios, el ministro de Sanidad, se oprobia de la ocurrencia y el tío triste toma medidas: prohibido fumar en toda España (Estado, como dicen ellos), cerradas discotecas y bares de copas, y restaurantes cerrados a la una de la madrugada, aunque me pregunto dos cosas: cuántos restaurantes están abiertos a la una, y si el virus dichoso está también programado para atacar en tramos horarios. Todo es surrealista, un disparate.

Y así estamos: sin saber qué hacer, sin tener una hoja de ruta ante esta terrible emergencia. Después de casi seis meses con todas las alarmas encendidas, sanitarias, económicas, sociales, educativas..., aún seguimos sin saber que hacer por culpa de un Gobierno en manos de auténticos inútiles que además tienen la desfachatez de estar de vacaciones. ¿Cree alguien en su sano juicio que la situación que vivimos permite pensar en vacaciones?, ¿pueden estar en la hamaca tan ricamente con los miles de muertos tintineando en sus gin-tonics?, ¿qué profesionalidad política y qué corazón tiene esta gentuza?, ¿qué van a hacer los padres con sus niños dentro de quince días, qué van a hacer los universitarios dentro de quince días, qué vamos a hacer todos con nuestras vidas mañana?

Y así no podemos seguir: nos estrellamos. Mayday, mayday.

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