Adiós a una generación de poetas y amigos
Lunes, 24 de mayo 2021, 05:00
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Mediada ya esta incierta primavera, nos llega la noticia de la muerte del poeta Francisco Brines, que acababa de recibir muy débil y desvencijado el Premio Cervantes, que le fue a entregar a su casa de la Oliva, en Valencia, el rey Felipe VI.
Su fallecimiento ha ocurrido pocos días después del de Caballero Bonald. Ambos eran los últimos poetas vivos de la afamada generación del 50, que formaron entre otros Gil de Biedma, Carlos Barral, Ángel González y el gran zamorano Claudio Rodríguez, tal vez el mejor de todos.
En sus poemas, de calado civil y métrica clásica, aprendimos a leer poesía los más jóvenes de aquella Facultad de Letras de los años 70 de Salamanca, que luego dio lugar a poetas tan grandes como los desaparecidos Aníbal Núñez, Luis Javier Moreno o el mismo Francisco Castaño que todavía está en plena producción.
Los miembros de la generación del 50, con muchos de los cuales tuve la suerte de compartir recitales y escenarios, tuvieron fuertes vínculos de amistad personal, acentuados por su común afición a la bebida, que convirtió sus noches en interminables tertulias salpicadas de anécdotas e ingenio, animadas por el señor Johnnie Walker con el que todos gustaban alternar.
Si a la bebida añadimos el antifranquismo, como compañeros de viaje, aunque sin militancia, del Partido Comunista del añorado Carrillo, y la afición a la poesía clásica, de la que todos fueron deudores y algunos traductores, tendremos el retrato a grandes rasgos de esta generación, que con la muerte de Paco Brines, que estudió algún curso de Derecho en Salamanca, ahora entrega la cuchara.
Su trascendencia en la literatura será desigual, aunque hoy el más leído y cantado por Poveda, Loquillo y tantos otros es Jaime Gil de Biedma, con la bandera de sus famosos versos tantas veces musicados: Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde/ como todos los jóvenes yo vine/ a llevarme la vida por delante.
Una reflexión que hoy se acompasa con el final de esta generación que hace bueno el dramático final del famoso poema: Envejecer morir/ es el único argumento de la obra.
Gracias a todos ellos por llenarnos la vida de estrofas excelentes.
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